71. Te tengo, peaches
Penelope
No sé bien qué pasó después de que acabé el hechizo, solo sé que desperté en una habitación, con mis manos encadenadas a la cama.
La imagen del chico perdiendo su humanidad se repite en mi mente una y otra y otra vez, y no me permite dormir.
Cada vez que cierro los ojos la imagen del muchacho pidiendo que me detenga regresa a mi mente y el dolor y el remordimiento se apoderan de mí. Pero también crece el odio que siento hacia Frederick y su asqueroso hijo.
No puedo creer que sean capaces de hacer eso a la gente, aunque teniendo en cuenta que se roban a las jóvenes de la manada no debería impresionarme, pero lo hace.
No sé cuántas horas han pasado,pero ya casi puedo ver el amanecer y no he podido cerrar los ojos por más de una hora y es tal vez esa la razón por la que consigo escuchar el pequeño alboroto que viene desde afuera, pero las malditas cadenas que me tienen atada a la cama no me dejan llegar a la ventana.
Sin embargo, en el instante en una niebla espesa empieza a entr