33. La verdadera espía
Nicklaus
Las horas se arrastran y siento como el peso del tiempo se convierte en un yugo alrededor de mi cuello. La sala está llena del suave murmullo de las páginas del grimorio pasando una y otra vez, interrumpido solo por los suspiros frustrados de Penelope.
La he visto repetir el hechizo una y otra vez, su magia destellando en sus ojos mientras se lleva a sí misma al límite. Cada vez que trato de intervenir, me encuentro con su feroz determinación.
He tenido que obligarla a comer, casi forzando la comida en sus manos, su insistencia en seguir adelante eclipsando incluso su necesidad básica de alimentarse.
Ahora, mientras miro desde la entrada, el celular que Blake me dejó vibra en mi bolsillo, sacándome de mis pensamientos. Lo saco y veo su nombre parpadear en la pantalla.
El mensaje es corto, pero suficiente para hacer que mis músculos se tensen.
“El alfa se ha enterado de la pelea con Robert. Está furioso. Cuida tu espalda.”
El aviso de Blake no es algo que pueda tomar a la li