Capítulo 61 Sacrificio.

   Dante despertó acostado en una camilla, una franela que no conocía ahora cubría su torso, miró sus manos, aunque limpias tenían un leve rosa, y en sus uñas había rastros de rojo incrustado, no era una pesadilla, miró a su alrededor y vio a Bernhard Larsson junto a la señora bonita que era la publicista de ellos, Verónica; Dante la recordaba en su boda, organizando a los fotógrafos y dirigiendo como un sargento a su tropa.

   —Larsson —susurró Dante con voz pastosa y quebrada.

   —Tómalo con calma Martino —dijo Bernhard acercándose— aun Belinda está en quirófano, está viva y seguirá así.

   — ¿Cuánto tiempo?

   —Eso no importa, que los médicos tarden lo que tengan que tardar, nosotros no somos médicos y no sabemos si es bueno o malo, yo solo sé que prefiero que ellos se tomen el tiempo en que todo quede correcto.

   —Usted me recuerda a como era Pablo antes de que Elena lo ablandara.

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