Mi teléfono vuelve a timbrar, odio la insistencia, lo saco de mis bolsillos y veo que el nombre de Enzo está parpadeando, frunzo el ceño, había pensado que quizá se trataba del Boss, o incluso de Ariel, pero mi mejor amigo me había llamado más de cuarenta veces, y no solo él, tenía mensajes de Lea intentando localizarme, y dos llamadas perdidas del pendejo de Barclay.
—¿Sucede algo malo? —ronronea la puta, tocándome la pierna con insistencia.
—Nada que deba importarte, perra.
Me alejo de ella y salgo del club, una ráfaga de viento gélido golpea mi rostro y marco de vuelta el número de Enzo. Deja pasar solo dos timbres y eso me confirma que algo jodidamente malo está pasando.
—¿Por qué tanta insistencia en...?