Comencé a escuchar el sonido que emite el electrocardiograma cuando capta un latido. Fruncí el entrecejo mientras que abría los ojos con lentitud y cuando por fin me acostumbré a la luz del lugar, pude averiguar en dónde me encontraba. En la habitación de un hospital. Lo latidos del electrocardiograma era míos.
La puerta estaba medio abierta y me permitió ver a una enfermera hablándole a Clover en el pasillo.
—...Ella estará bien, solo se lastimó el lóbulo de la oreja, pero nada que no podamos resolver, en una o dos semanas ya estará curada por completo.
—Gracias —sonrió amablemente la morena. Cuando la enfermera se fue, Clover regresó a la habitación otra vez y, por ende, me vio despierta—. Casi me matas de un susto, estúpida.
Intenté sentarme, pero un fuerte dolor de cabeza hizo que me acostara de nuevo.