2. Bombóm

Caras conocidas ocupaban los asientos de nuestra mesa en el Sigma. Natalia se sentó en un lado de mí, Isabella en el otro, Aurora frente a mí y el resto de los asientos fueron interceptados por Eiden y su Banda de Snake. Rodeé los ojos. Era difícil de escuchar con el ruido dentro de este Almacén. El aire estaba cargado con el olor de comida frita y piel sudorosa, pero de alguna manera todo mundo parecía tener más energía de lo habitual.

La camarera trae tres cajas de Pizza y parece que todos tenían hambre por la manera que todos destaparon la caja y cada uno toma un trozo.

— ¿Se han preguntado que la caja es cuadrada, la pizza redonda y el trozo triangular? —Dice el chico que está cubierto de tatuaje de punta a punta, cubría su cuello y manos. Asi que me imaginé que todo su cuerpo podría estar igual. Su cabello caía a un lado de su cara y tenía unos ojos verde aceituna.

—Yo solo pienso en comerla, Jace. —Dice unos de sus amigos de banda que llevaba tatuaje en ambos brazos.

—Déjenme presentarle a nuestra amiga universitaria Alessia. —Dijo Aurora señalándome. —Alessia, ellos son Jace Girardi, Evan y Theo Balzaretti son hermanos.

Los tres estrecharon mi mano y me dedicaron una sonrisa. Pensé que iban a ser igual de arrogante que su amigo Eiden, pero no. son muy amigables. Evan y Eiden eran los únicos que no poseían tatuajes, Theo tenía en ambos brazos, en cambio Jace tenía por todo su cuerpo, hasta en los nudillos de sus dedos. Veía como Isabella hacía una mueca cada vez que Jace hablaba.

—Y yo Eiden Di Castro, bombóm. —mostró una sonrisa con cinismo.

—Ella es la Alessia de la que nos hablaste. —Dijo Jace, el chico que estaba cubierto de punta a punta con tatuajes.

Eiden asintió y sonrió.

— ¿Qué le contaste de mí? Seguro que nada bueno. —Lo miré con los ojos entrecerrado.

—Dijo lo hermosa que eres. —Dijo Jace dándole un bocado a su pizza.

— ¿A que venimos? —Pregunté, tratando de evitar el sonrojo en mis mejillas.

—Venimos a ver a Jace pelear contra su contrincante. —dijo Natalia con una amplia y blanca sonrisa. — Y venimos a apoyarlo.

— ¿Desde cuándo se conocen todos ustedes?

—Desde la prepa, ¿no te recuerdas de todos nosotros? —Respondió Eiden colocando su silla a mi lado. —Fui contigo a clase de química. Eras buena con los metales y no metales. Siempre supe que querías ser doctora por la manera en que... bueno en que te gustaba la química. —Sonrió lo suficiente para dejar de exhibición sus lindos hoyuelos. — Theo y Evan también estaban en nuestra clase.

Lo Recordé. Eiden era el chico que se la daba de chistosito en las clases, a Eric no le agradaba, no lo recordaba para nada, asi de poco me importaba. En cambio, Theo y Evan si los recuerdos eran los mellizos de la escuela. Y luego recordé a Jace, solo que antes no llevaba tanto tatuajes como ahora.

—Uhm, sí.

Eiden se inclinó tan cerca que podía sentir su aliento en mi mejilla. —Lo siento... ¿Te ofendí de alguna manera?

Suspiré y sacudí la cabeza. Pero claro que sí me había ofendido anoche en la fiesta. Me llamo fácil, pero quise evitarlo.

—Entonces, ¿Cuál es tu problema?

Mantuve mi voz baja. —Nada, solo que... —Me intimidaba. — Quiero comer de mi pizza. —le di un mordisco a mi trozo de esta.

Una sonrisa se formó en su rostro antes de hablar.

—Vale, está bien.

Me estremecí cuando escuché por micrófonos un grito de alguna persona diciendo. —: Están listo para ver a JC y Royce destrozarse las caras. —La multitud empezó a gritar. —Dentro de veinte minutos estaremos con esos dos ¡Hagan sus apuesta!

— ¿Estás listo, Jace? —pregunto Eiden. Jace asintió. —Rómpele la cara y gana ese dinero.

Evan y Theo echaron un grito que según ellos eran de apoyo.

Isabella por el contrario hizo una mueca.

—Ojala le rompan la cara. —Murmuró.

Jace golpeó la mesa antes de señalar a Isabella.

—Si pierdo, ¿Qué?

—Celebraré por todo lo alto. —dijo ella.

—Vale, celebras y hago lo que tú quieras por un mes. —Las chicas hicimos un O en nuestras bocas, pero lo chicos estaban relajado, sabían que Jace no perdería esa pelea. — Pero si yo gano la pelea, me das tu Porsche. ¿Trato hecho?

—Yo no hago tratos con delincuente.

— ¿Tenéis miedo?

—Para nada.

—Entonces, ¿Es un trato?

Isabella sonrió y asintió con la cabeza.

—No tengo la de perder. Eres un Idiota. —Se cruzó de brazo y se le quedo mirando.

Jace se levantó de la silla y se marchó, seguido de sus amigos.

—Maldito Idiota.

—Isa, por favor. —Rodé los ojos. — ¿Es en serio? Ese tipo no va perder, sus amigos ni dijeron nada es obvio que no va perder la pelea. ¿Por qué le hiciste?

—Observaremos desde aquí, cuiden mi lugar. Ya regreso. —Se levantó de la silla. —Natalia ven conmigo.

Y ambas se marcharon.

— ¿Es la primera vez que ven una pelea de estás? —pregunto, pero parece que Aurora no me prestó la mínima atención, sus ojos estaban clavado hacia la multitud de abajo. Pero no específicamente en el gentío, sino en Evan. —Aurora. —La llamé y meneé mi mano frente su cara para llamar su atención.

—Ah. ¿Sí? ¿Qué sucede? ¿Y las chicas?

—No lo sé, Isabella se le ocurren unas cosas que a veces no quisiera ni preguntar. Solo quería saber si esta es la primera vez que vienen a unas de estás peleas ilegales.

Asintió y volvió a fijar su vista al centro de la multitud.

— ¿Qué sucede, Aurora? —Sabía que estaba así por Evan. ¿Qué hechizo puso ese chico en mi amiga?

—Ah. Nada. —le dio un sorbo a su coca-cola. —Es que... me siento un poco extraña ¿sabes?

— ¿Por qué?

—Es... Evan. —Lo sabía.

— ¿Qué pasa con él?

Me miró con el rostro fruncido. Veía tristeza en sus ojos y me sentí mal por ella.

— ¿Qué pasa? —pregunto de nuevo.

—Me acosté con él.

Puse los ojos de par en par.

—Lo peor es que no me volvió a llamar. —prosiguió. —Alessia, tú me conoces más que nadie y tú sabes que... bueno que yo me apegó demasiado a alguien, y Evan es... Joder, demasiado ardiente y me gusta mucho, y bueno yo creí...

—Creíste que después de follar ya eran novios. —Terminé la frase por ella.

Asintió con la cabeza.

—Saben cómo son esos tipos de chicos, Aurora. —Alcé la voz, que alguien hiciera sentir mal a mi amiga me puso de mal humor. — Solo buscan una chica que caiga en sus redes para cogérselas y ya. Así son, deberías saberlo. Bueno, lo sabes ahora ¿no? ¡Míralos! Son sumamente atractivos los cuatros, le deben llover mujeres y no creo que vayan a estar pendiente de conseguirse a una novia para tomar de las manitos. —Negué con la cabeza. —Apesta.

—Sí, apesta. Como quisiera ser hombre para no andar sufriendo... creo que el único hombre que conocí que era sumamente atractivo, caballero, dulce y amable a la vez era Eric, que en paz descanse.

Eric Baker era el mejor novio y único que habia tenido en toda mi vida, era caballeroso y dulce. Fue con el que perdí mi virginidad en la noche de graduación, espero tanto por mí. Antes cuando pensaba en él me ponía nostálgica, pero ahora estrecho una gran sonrisa recordando lo afortunada que fui en tenerlo.

En ese momento, Isabella y Natalia se sienta frente a nosotras.

— ¿Qué estaban haciendo? —preguntó Aurora.

—Isabella le ofreció una buena cantidad al contrincante de Jace para que lo destroce. —Respondió Natalia con una sonrisa brillantina.

—Eso no se hace, Isa.

Se encogió de hombros. —Me importa una reverenda m****a, quiero ver a Jace con su lindo rostro ensangrentado.

Oír a Isabella hablar así, me hizo recordar a mi padre. Solo espero no haya sacado lo malvado de él.

Los gritos y el movimiento escaldaron a un ritmo febril y la multitud se apartó como el mar rojo cuando Royce entró en la habitación. Un espacio circular fue formado, y la multitud silbó, abucheó y se burló del rival. Él saltaba, sacudía el cuello hacia atrás y adelante; su rostro severo y concentrado. La multitud se calmó y luego mis manos se alzaron a mis oídos cuando la música sonó por los grandes altavoces en el otro lado de la habitación.

— ¡Nuestro siguiente combatiente más fuerte que un toro y más rápido que el correcaminos les presento a JC!

El volumen explotó cuando Jace apareció en una puerta de la habitación. Él hizo su entrada, sin camisa, inquietante, lleno de tatuajes por todo su cuerpo, y de aparente mala vida. Relajado y natural. Echó a andar hacia el centro del círculo, como si se estuviera presentado a otro día en el trabajo.

Los hombres tomaron unos pasos hacia atrás, y el presentador sonó el silbato. Royce tomó una posición defensiva y atacó a Jace. Me paré sobre la silla seguido de mis amigas para ver con más claridad, apoyándome del barandal.

Royce cogió a Jace con sus gruesos brazos y trató de tirarlo al suelo. Cuando Royce se inclinó con el movimiento, Jace estrelló su rodilla contra la cara de Royce. Antes de que Royce pudiera evitar el golpe, Jace lo atacó; sus puños hicieron contacto con la cara ensangrentada de Royce una y otra vez.

— ¡Joder! Vamos Royce, levántate. —Se quejó Isabella, cualquiera pensaría que ha apostado en la pelea.

Royce cayó al suelo de cemento con un ruido sordo y en un breve instante la habitación estuvo en completo silencio.

Y el presentador canta victoria para Jace Girardi lanzó una tela y la multitud estalló. El dinero cambió de manos una vez más y las expresiones se dividían entre petulantes y frustradas.

—Mierda. —Escuché reprochar a Isa. Su rostro estaba pálido y vi como Jace le tiró un beso desde abajo antes de guiñarle el ojo.

Isabella le mostró el dedo medio y se fue a sentar, todas nos sentamos también.

—Fue una pelea limpia y rápida. —comenzó a decir Natalia. — He oído que nadie le gana a Jace, es un gran peleador el desgraciado.

—Maldita sea. No voy a entregarle mi Porsche. Nunca. Nunca. Nunca. —Isabella empezó a maldecir. Se levantó de su silla tomó su bolso Gucci y desapareció entre la multitud.

Hicimos lo mismo. La seguimos, Había tanta gente en este lugar que empezaban a chocar los hombros contra mí mientras pasaba a través de ellos, hacia una mueca de dolor cada vez que  chocaba con alguien. Aproveché que las escaleras no estaban tan llenas y bajamos rápidamente.

Salimos del almacén y veo que Isabella comienza a maldecir una y otra cuando ve que su Porsche ya no está. No pude evitar una sonrisa. Ella sabía que perdería ¿Por qué hizo esa apuesta? Solo quería demostrar que era valiente, pero terminó por explotar de la rabia.

—Tranquila, Isabella. —Natalia se acercó a ella. — Nadie te dijo que le siguieras el juego a ese desgraciado.

Aurora sacudió la cabeza.

—Denúncialo. Acaba de robarte.

— ¿Qué? —Intervine. — No tienes porque denunciar nada. Te mostrarías como una completa inmadura. Tú misma hiciste esa apuesta asi que tú eres la responsable de esta m****a, y veremos que le dices a mi padre cuando llegues sin auto a la casa. —Cogí el móvil y pase el dedo por la pantalla para marcarle a Benito, el chófer de la casa.

Pero mi celular fue arrebatado por Isabella.

—No llamaras a nadie. —dijo frustrada. — Vamos a recuperar mi auto. —Cogió su móvil y se alejó de nosotras en cuanto le respondieron la llamada. ¿Ahora qué diablos va hacer?

—Bombóm. —La voz de Eiden me sacó de mi pensamiento.

Me volví para verlo y toparme con sus lindos hoyuelos.

—Tú... —Dice Isabella acercándose a nosotros y apuntando con el dedo a Eiden. — Vas ayudarme a recuperar mi auto. —Los ojos de Isabella estaban llenándose de lágrima. Ella sabia más que nada que mi papá la mataría si llega sin auto a la casa, y no literalmente. Pero sé que le darían una buena paliza.

Eiden mostró sus manos en un gesto inocente. —Yo no tengo nada que ver en la apuesta que acaban de hacer ustedes dos. ¡Tú aceptaste!

—Pero debes ayudarme, Eiden. Eres mi amigo.

Los ojos de Eiden se volvieron a mí y luego en los de ella.

—Está bien. —Exhaló. — Suban a mi auto, sé dónde está el tuyo.

— ¡Gracias! —Exclamó mi hermana.

En el trayecto del camino recibí un mensaje de mi papá un poco amenazador.

¡¿DONDE M****A ESTÁN SIN GUARDAESPALDAS?! ¿QUIEREN QUE LA SECUESTREN? ¡ESPEREN LLEGAR A LA CASA! LAS QUIERO AQUÍ EN 5 MINUTOS.

Cuando mi padre escribía en mayúsculas era porque la vena de su frente explotó y estaba furioso. Lo conozco muy bien. Odia que salgamos de la casa sin escoltas, en realidad el odia que salgamos, pero nadie conoce nuestro rostro con claridad como las hijas del presidente. No es la primera vez que salimos sin guardaespaldas.

Eiden detuvo su Jeep wrangler blanco en un taller de autos, dijo que cuando terminaron de hacer la apuesta Jace le ordenó a Evan y Theo que remolcaran el auto y lo llevaran al taller donde trabaja Jace. Isabella se bajó del auto como alma que lleva al diablo en cuanto supo que su auto fue remolcado.

Natalia y Aurora iban detrás de ella mientras que Eiden y yo caminábamos al mismo paso. No es que no lo soporte pero, odio que aún no se haya disculpado conmigo por llamarme fácil la otra anoche.

Isabella tocaba el portón del taller con desesperación, yo por el contrario apretaba mi bolso con fuerza. Este lugar estaba solo y oscuro, tan oscuro que no podía ver al exterior. Solo había una luz y alumbraba era la puerta del taller.

—Creo que no hay nadie. —Dijo Natalia.

—Evan y Theo tienen que estar adentro. —Dijo Eiden antes de tocar con fuerza el portón. —Chicos, soy yo. ¡Eiden! —gritó por una orilla del portón.

En cuanto la puerta se abrió Isabella se acercó y empezó a empujar a Evan una y otra vez gritándole que le devuelvan su auto. Evan la tomo de los brazos y le pidió que se calmara. Aurora la jaló hacia atrás y le pellizco lo suficiente para que soltara un quejido y se tranquilizara.

— Vamos a dejar el escándalo. —Eiden se acercó a Evan. — ¿Dónde está el Porsche de Isabella?

—Está adentro, pero Jace dijo que no hiciéramos nada hasta que él llegará.

—Dáselo. Es de ella. ¿Cómo se le ocurre a Jace hacer un trato con una chica? ¡Sabe cómo son!

— ¿Y cómo somos? —Gritó Isabella.

— ¡¿Podrías bajar la voz, mujer?! —Masculló Eiden. —Viven gente alrededor de este lugar.

—Yo solo quiero mi auto. —su respiración parecía dificultarse cada vez más. Si no la conociera diría que sufre de asma. Y la realidad es que se está conteniéndose en no tirarse al suelo a llorar, le daría vergüenza llorar y no por nosotras sino porque los chicos la vieran.

—Démosle su auto, Evan. —Dijo Theo saliendo del taller. — No te preocupes, rubia, toma. —le entrega la llave del auto y presiona un botón que está dentro del local y el portón comienza abrirse poco a poco dejando el Porsche en exhibición. Fue un alivio para Isabella ver su Porsche sano y salvo.

En ese momento el sonido de una moto hizo que mi corazón latiera tan fuerte que creí que iba salirse del pecho. Pero me calmé cuando solo era Jace. No obstante, se baja de su moto echó una furia y se acercó a nosotros sin dejar de fulminar con la mirada a mi hermana.

—Calma. —Eiden coloca una mano en su pecho. — Déjaselo, es de ella.

— ¡Fue una apuesta, hermano! —gritó.

—Sí, pero es la hija del presidente. ¿Quieres meterte en problemas? No le des a tu mamá otro dolor de cabeza, por favor. Es solo una chica.

—No es cualquier chica, es una caprichosa de m****a.

Eiden lo empujó y cogió su rostro.

— ¡Calmate! Lo que tu digas pero, calma, Jace. —Eiden Chasqueó lo dedo y Evan y Theo tomaron a Jace de los brazos y lo alejaron de nosotras. —Será mejor que tomen su auto y se vayan.

Le quité las llaves a Isabella y me aproximé a arrancar el auto. Todas subieron en una suma velocidad.

Aceleré.

—Jace estaba hecho una furia. —dijo Natalia con voz temblorosa. —Tanto que por un segundo creí que quiera golpear a Isabella.

De soslayo vi a Isabella tragar saliva. Sé que tenía miedo.

—Mi padre lo mataría, literalmente. —dijo.

Lo bueno de andar con Natalia y Aurora, es que ellas saben muy bien lo que son mi familia ya que la suya son tan millonaria como la mía y se juntan de vez en cuando para negociar. 

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