El momento compartido entre Thiago y Kassandra estaba cargado de emociones diversas, miedo, tristeza, amor… y deseo, sentimientos que emanaban de ellos con gran intensidad, complementándolos de alguna forma extraña pero placentera.
Ambos eran dos almas rotas, sumergidas en la amarga soledad que estaban encontrando consuelo en los brazos del otro, sellando un acuerdo silencioso con algo tan simple pero significativo como un beso… beso que les erizaba la piel y despertaba en sus cuerpos miles de sensaciones.
En algún momento ella se había colocado a horcajadas sobre él, intensificando su roce, convirtiendo su contacto en uno aún más íntimo de lo que de por si era… las fuertes manos masculinas se posaron sobre la cintura femenina de forma posesiva; como si Thiago quisiera evitar que ella se escapara de su lado.
Las manos de Kassandra jugaban con los finos mechones de cabello negro del hombre mientras que sus labios parecían enfrascados en una lucha de poder y dominio.
Ella tensó los dedos en su cabello al sentir como él la atraía más cerca, dejando escapar un jadeo suave mientras sus corazones, que en antaño parecían haber perdido las ganas de latir, ahora lo hacían al mismo compás, desenfrenados y deseosos de expresar todos los sentimientos que ahora albergaban.
Thiago y Kassandra se estaban fundiendo en un solo ser, no solamente en el aspecto físico, su entrega iba mucho más allá de lo carnal, alcanzando matices espirituales, era como si sus almas hubieran albergado la soledad y el dolor por demasiado tiempo; como si por fin hubieran encontrado ese complemento que tanto necesitaban para sanar aquellas heridas ocultas en lo más profundo de su ser.
Para él los labios de Kassandra sabían a desesperación y esperanza… y Thiago los bebió como si fuera la primera vez que respiraba… el tiempo y los problemas dejaron de existir por ese efímero momento.
Cuando sus labios se separaron lo hicieron por falta de aire, sus respiraciones agitadas e irregulares; era muestra fiel de lo sublime de aquel beso inesperado.
— Kassandra — pronuncio Thiago, su voz baja pero profunda provocaba que la piel de Kassandra se erizara, la forma en que él pronunciaba su nombre, con el deseo y la devoción mezclándose de forma exquisita era capaz de generar sensaciones desconocidas en su ser.
Mientras que Thiago se sentía abrumado… por la profundidad de su entrega sellada en con ese dulce beso, cada rose de esos tentadores labios le ardía en las venas… inundando sus sentidos de ese olor a jazmín que desprendía su cabello, de ese sabor a fresa de sus labios, de la calidez de su cuerpo sobre el suyo, desarmándolo… no había ni una célula de su ser que no reaccionara a su cercanía, a su esencia; como si todo en él reclamara su entrega, como si cada fibra de su ser deseara sentirse poseído por ella.
— Thiago — ¡oh Dios!, escuchar su nombre salir de su boca era simplemente catártico; la voz de Kassandra era ese bálsamo tranquilizador que ni siquiera sabía que su alma necesitaba, con su simple cercanía ella calmaba su angustia, su miedo… ¿Cómo podía ser eso posible?, sentía que tan solo un día había sido más que suficiente para volverse adicto a ella.
— Kassandra… espera — pido con voz ronca, entrecortada, el deseo había inundado sus sentidos y lo menos que quería era detener aquello que había comenzado; pero necesitaba aferrarse a ese último ápice de cordura que quedaba en él.
— ¿Miedo? — una sonrisa traviesa surco sus labios mientras un dedo se deslizaba sobre el pecho masculino de forma tentadora — no te creo capaz, Visantino — ella sabía que lo tenía en sus manos.
— te mereces más que un momento de calentura en el balcón…
Ella dejo escapar una risa cansada, clavando su mirada en esos ojos tristes con los que tanto se sentía identificada — cualquier cosa es mejor que terminar siendo la mula de Nino — respondió con amargura, no tenía que ser adivina para saber que tarde o temprano Nino se cansaría de jugar a ser benevolente y terminaría marchitando su vida más de lo que ya lo había hecho.
Thiago la miro comprendiendo su intensión, pero sobre todo su miedo de terminar en manos de ese hombre que tanto daño le había hecho; un saber agridulce invadió su boca, sabía que Kassandra no tenía ningún sentimiento de amor hacia él, quizás existiera atracción, pero no amor, ¿Cómo podría existir tal sentimiento entre dos personas que apenas se conocían?
¡Imposible!, pero aun así pensar en que solo se acercaba a él por ser su mejor opción dolía, ya antes había sido la mejor opción de alguien que no tenía sentimientos por él y había terminado con un gran vacío en el corazón.
¿Estaba dispuesto a pasar por lo mismo?, no estaba seguro de ello y lo más importe aun ¿Por qué sentía tanta devoción hacia ella?, ¿sería acaso que solo un simple impulso guiado por el deseo o había algo más allá? Y aun estando lleno de dudas y confusión solo basto ver su sonrisa, esa que parecía estar hecha de astillas de luz que iluminaban en medio de su oscuridad, para hacer flaquear su voluntad.
No era amor, no podía serlo, pero algo dentro de su pecho se esgarro con solo una mirada, mirada que fue más que suficiente para derribar toda barrera que pudiera poseer.
Como si con cada mirada, con cada roce, el dolor de Kassandra dejara de ser ajeno y comenzara a sentirse como propio. ¿Cómo era posible que el dolor de ella le ardiera de esa manera debajo de la piel?, como si un lazo invisible lo condenara a compartir tanto sus emociones como sus tormentos.
No era lógico, ni sensato, pero en ese momento la lógica era un lujo que ya no podía permitirse.
— Eso lo entiendo, pero apenas nos conocemos, deberíamos… deberíamos por lo menos conocer un poco más del otro antes de dar ese paso — quizás sonaba estúpido, el mundo estaba lleno de personas que tenían sexo casual todo el tiempo, pero él no se sentía en condiciones de enfrentar esa situación por el momento, por más que el deseo brotara por cada poro de su piel.
Sin decir nada, Kassandra se alejó de él con lentitud deliberada, como si cada centímetro que los separaba le costara un esfuerzo. Al clavar su mirada en las estrellas, como si quisiera ignorar lo que había pasado entre ellos, Thiago vio como sus puños se apretaban un instante. ¿Frustración?, ¿miedo? No lo sabía, pero de pronto él mismo se encontró extrañando su cercanía, la calidez que su cuerpo le brindaba en esa fría noche.
Respiro profundo, intentando calmar la dualidad de sus emociones, el deseo nublaba sus sentidos, pero la razón se anteponía con fuerza, obligándolo a mantener la cordura.
— Kassandra — ella lo miro al escuchar su nombre ser pronunciado, dedicándole una tenue sonrisa — no es el momento — reafirmo.
— ¿Y cuándo lo será? — suspiro con resignación — no quiero que Nino sea el primer hombre en mi vida… me odiaría a mí misma si eso ocurriera.
Thiago la observo en silencio por largos minutos, debatiéndose entre la moral y su deseo de ayudar a quien lo necesitaba.
—Te acabo de prometer que seré todo lo que necesites que sea — extendió su mano, depositando una suave caricia sobre la mejilla femenina — una semana, solo eso necesito para hacer que esa noche sea memorable — sus dedos temblaron ligeramente sobre su mejilla, esos siete días representaban una esperanza, pero también una condena.
Ella asintió con un simple movimiento de cabeza, mientras colocaba su mano sobre la de Thiago que aun acariciaba su mejilla, sus ojos se anclaron a los del otro con la devoción y deseo mezclándose por igual.
— Gracias… — murmuró, evitando que él viera como sus ojos brillaban con algo más que gratitud: era el alivio de quien encuentra un cómplice inesperado — por llegar a salvarme en mi momento de mayor oscuridad — desvió la mirada, quizás intentando ocultar de sus hábiles ojos la vulnerabilidad de su fachada, mientras que el corazón del hombro latió con fuerza al ver esa sonrisa sincera que ahora surcaba los labios de su acompañante, era increíble como con un gesto tan simple Kassandra podía despertar en él un remolino de emociones capaz de acabar con todo a su paso, incluso con su propia cordura.
Cada célula de su piel gritaba que era una locura… sabía que se estaba adentrando en una encrucijada que podría llevarlo a su perdición; pero algo en el fondo de su ser le decía que valía la pena dejarse consumir por esa llamarada que Kassandra estaba encendiendo en su corazón, ya no quería resistirse más a la intensidad de su propio ser; por primera vez en mucho tiempo sentía que arder no estaba tan mal, no cuando tenía con quién arder en la hoguera… después de todos ambos estaban hechos de cicatrices y cenizas.