Yo custodiare tus sueños.

Había prometido cuando la vio cansada, pero temerosa de verse vencida por el sueño.

¿En qué carajos se había metido?

La pregunta golpeó de nuevo mientras observaba a Kassandra dormir. Había prometido protegerla, pero ahora, con su cuerpo frágil hundido en el colchón, esa promesa le ardía en el pecho como una mentira mal dicha. ¿De verdad lograría hacerlo? ¿O solo era otro cobarde disfrazado de héroe?

Sus ojos se clavaron en la cicatriz de su clavícula, que brillaba bajo la luz de la luna como una grieta en un espejo roto. ¿Era el reflejo de todo lo que Nino le había arrebatado… o la fisura por donde él mismo se estaba colando?

Thiago apretó los puños. No sabía si esa marca representaba lo que Kassandra había perdido o sería, al final, la única cosa que los uniría para siempre. Pero una certeza lo atravesó: si seguía mirando, ya no habría vuelta atrás.

La luz de la luna acariciaba las facciones de Kassandra como un ladrón, robándole cualquier rastro del dolor