El sol apenas comenzaba a despuntar en el horizonte, proyectando un leve resplandor dorado sobre los jardines de la mansión Moretti, dejando atrás la oscuridad de una noche cargada de emociones no resueltas. La brisa, fresca y suave, jugaba con las hojas caídas, mientras el rocío de la mañana se evaporaba lentamente, dejando un rastro de humedad en el aire. Había una quietud apacible en el ambiente, como si la naturaleza misma se preparara para un día lleno de acontecimientos cruciales.
Isabella y Francesco estaban sentados junto a su abuelo Marcos en la terraza, un lugar desde el cual se podía apreciar la inmensidad del jardín. La conversación giraba en torno a su reciente viaje a la Toscana, donde la paz del paisaje y la belleza de los viñedos habían traído un respiro necesario para ambos.
—Me alegra ver que el viaje ha sido tan beneficioso para ustedes. Toscana tiene ese efecto mágico en las personas —dijo el abuelo Marcos, con una expresión de sabiduría y ternura mientras observab