Capítulo 74. En las sombras
Pasaron algunas semanas de paz, en las que las rutinas de siempre quedaban salpicadas de encuentros llenos de fuego y de un amor limpio y profundo. No había mayor placer que despertar juntos en la misma cama, verse a los ojos, y enfrentarse luego a sus respectivas obligaciones.
La madre de Ámbar intentaba ser lo más discreta posible, mientras sonreía fingiendo que no se daba cuenta de sus encuentros apasionados y furtivos en cualquier rincón de la mansión. Pronto se casarían, así que no la escandalizaba en lo absoluto.
Por supuesto, Marco todavía tenía sus temores y reticencias, de un pasado que lo hacía naturalmente desconfiado. Cuando estaba solo, mirando por la ventana de su oficina, lo asaltaban algunos pensamientos oscuros que lo desconcertaban. Pero cuando volvía a su casa, y se sumergía en el turquesa de la mirada de Ámbar, toda sombra se disipaba en un destello de luz. Ella era limpia y honesta, moldeada a sus deseos, y él era capaz de satisfacerla no sólo en la cama, si no t