3 GENEVIEVE

Al encontrar mi habitación sin pensarlo dos veces entro y por fin pude respirar con tranquilidad, agradezco a todos los santos que existan porque si Andrew me hubiera seguido probablemente hubiera hecho lo mismo que hacía en la escuela y se supone que yo vine hasta aquí para cambiar toda mi vida. 

— ¿Hola? — una chica de cabello azul se detiene en medio de la habitación al verme tan agitada.

— Hola, soy Genevieve Baltimore, seremos compañeras. — respondo tratando de controlar mi respiración. 

— Soy Diana Gilmore. — se acerca a mí y me tiende la mano. — Escogí esta cama que está cerca de la salida, no me gusta estar cerca de las ventanas. — Señala su cama desorganizada. 

— Entiendo, no te preocupes. 

La habitación no eran tan pequeña ni tan grande, tenía todo lo necesario para que dos personas pudieran convivir, cada una tenía su cama sencilla, y un pequeño escritorio, me acerco a mi cama completamente organizada y coloco mi única maleta sobre la cama. 

Comienzo a sacar todas mis cosas para guardarlas en unos cajones que eran complemento de la cama. 

— Dime algo Genevieve, ¿Cuantos años tienes? luces muy joven. — la chica del cabello azul se sienta a mi lado pero viendo a su lado de la cama. 

— Tengo 19 años, pero dentro de tres meses cumpliré 20 ¿Y tú? 

— Tengo 20. — asiente con su cabeza. — Oye una pequeña cosa, por las noches suelo tener episodios de sonambulismo no te espantes si me ves caminando por la habitación. 

— Oh… está bien. 

Las dos seguimos hablando y conociéndonos, hablar con Diana me había hecho olvidar que Andrew se encontraba en las mismas instalaciones que yo. La chica era bastante social y agradable incluso me informo de la fiesta que hacen para todos los de nuevo ingreso, lo pensé dos veces en mi cabeza, pero si quería un nuevo comienzo no debía ser esa Genevieve que fue criada en un círculo religioso. Así que si asistiré a aquella fiesta. 

De mi única maleta sacó una fotografía, allí salgo junto a mis dos hermanos mayores, mis inspiraciones a seguir, gracias a ellos y a su constante apoyo logré salir de la casa de mis padres, ellos tampoco estaban de acuerdo con la decisión que querían tomar para mí. Coloco la foto sobre mi escritorio y admiro todo lo que hice durante parte del día y de la tarde, cada cosa estaba en su lugar y la cama estaba perfectamente ordenada, esta vez con unas sábanas que traje de casa. 

Pronto la luna y las estrellas ya estaban afuera adornando el cielo oscuro, me miro al pequeño espejo, no quería verme mal para la ocasión a pesar de que era una fiesta a la que iba a ir a sudar. Llevaba un vestido de color negro, estaba pegado a mi cuerpo como un guante, aun no podia acotumbrarme a este tipo de ropa, pero debia hacerlo para dejar mi pasado atras, a juego unos tacones no tan altos, tampoco es que los sepa manejar a la perfección como otras chicas, mi cabello rojizo esta perfectamente planchado y de maquillaje algo no tan elaborado, a juego con todo esto llevaba un pequeño bolso par aguardar mi telefono y dinero por si me regresaba sola.

— Ya estoy lista. — Me informa Diana. 

— Entonces andando. — respondo con una sonrisa. 

Ambas salimos de la habitación y varios chicos de nuestro piso también iban en dirección a la fiesta, trate de ocultar una pequeña sonrisa al ver el momento que estaba viviendo, si me hubieran dicho en el pasado que iría a la universidad y ser invitada a las fiestas de las fraternidades, me hubiera reído muy fuerte.

La euforia marcaba mi momento y lo disfrutaba al máximo y todavía no llegábamos al lugar del evento. como vacas que van al corral seguimos un largo camino hasta llegar a la zona de fraternidades, el bullicio, personas yendo de un lado al otro, era como… una típica película de destino final donde todos se están divirtiendo y al final de la noche ocurre una tragedia, pero ¿Me importaba? en lo absoluto, me divertire sin importar quien se oponga en mi camino. 

— Me siento como en navidad. — le hablo a Diana. 

— ¿Acaso nunca fuiste a fiestas? 

— No, mis padres son estrictamente religiosos. 

— Oh, entonces tu eres la oveja negra de la familia. 

— De hecho no, fui la más devota a mis padres, pero ellos querían silenciarme, a toda costa, mis dos hermanos mayores me ayudaron a salir de esa cárcel. 

— Que mal, siento que los niños que viven en ese ámbito no son felices, todos deberíamos disfrutar de los placeres de la vida y si luego queremos buscar de Dios, hacerlo sin ningún resentimiento. 

— Dile eso a mis padres. — me mofo. 

— Mira, aquí es la fiesta. — Diana señala una casa gigantesca, a las afueras todo lucía como el video de Sorry for party rocking. Los colores neones predominaban.

Algunos chicos sin sus camisas tenían figuras por todo el cuerpo con pintura de neón, las chicas tampoco se quedaban atrás, sin importar el qué dirán, solo tenian arches en sus pezones para taparlos, del restos sus tetas estaban al aire y rebotaban a medida que brincaban al ritmo de la música.  

— ¡Hola! — Una chica entusiasta se acerca a nosotras. — ¿Quieren pintarse alguna parte del cuerpo? 

Diana me mira y se encoge de hombros. 

— Claro. — responde mi compañera de habitación. — Puedes hacerlo sobre este tatuaje. — Diana deja ver su antebrazo y un tatuaje de un ángel sale a relucir. la chica de las pinturas sin perder el tiempo lo hace y a decir verdad estaba quedando genial. 

— ¿Tú también quieres? — pregunta la chica al terminar con Diana. 

— Eh… si, puedes pintarte la cara. — Respondo con una risilla nerviosa. 

— ¿Y que quieres? 

— Lo que sea… que no sea un pene. 

— Claro que no, no estamos en la escuela. 

En unos cuantos segundos siento como la tinta fría y lo rústico del pincel va acariciando mi piel y en tan solo un parpadeo la chica se aleja sonriente. 

— Quedaste lista. 

— ¿Cómo se ve? — le preguntó a Diana. 

— Está todo bien, si quieres te tomo una foto. 

— Por favor. — Saco mi teléfono del pequeño bolso que llevaba y se lo entregó a Diana. Sonrió y la chica de las pinturas posó a mi lado como si nos conocieramos de toda la vida. Diana me entrega el teléfono y en mi rostro puedo ver dibujada una línea que pasa por mis mejillas y tabique y encima de esta unos puntos de varios colores, definitivamente no había quedado tan mal. 

Hasta que me fijo en el panorama de la foto, hago un poco de Zoom y casi me muero con mi propia saliva. Con aquella sonrisa traviesa Andrew Matarrazí se encontraba perfectamente vestido y viendo en mi dirección. Me giro y allí lo encuentro, esta vez estaba solo, o eso creo…

— Es la segunda sorpresa que me das en todo lo que va de la mañana Genevieve. — habla con sus aires de superioridad. 

— ¿Acaso me sigues a todos lados? 

— ¡Ja! — suelta. — Lamento decirte que no eres el ombligo del mundo querida, estoy aquí porque Josh hace parte de esta fraternidad. 

— ¿Josh Pickles? — mi voz tiembla un poco. 

— Ese mismo, a él también le dará gusto verte. — Dice acercándose más a mi. Andrew extiende su mano hacia mi rostro, pero rápidamente me alejo de él. 

— No los conozco, a ninguno de los tres, pero puedo jurar que entre ustedes dos. — la chica de las pinturas me señala y luego a Andrew. — Hay una tensión sexual, así que me voy. 

Ella se retira dejándome junto a mi compañera de habitación y al abusador de Andrew.

— ¿No me presentaras a tu amiga? — Andrew señala a Diana. 

— No. — respondo con firmeza. — Y nosotras no vamos a entrar allí. — Tomo a Diana de la mano para irnos de allí. 

— ¿Qué? ¿Por qué? — preguntó ella confundida. 

— Vamos Gen, ya no estamos en la escuela para que estés con tus niñerias. — Andrew abre sus brazos con chulería. 

Ese simple acto hizo que la furia que contuve durante todo estos años saliera a flote, solté la mano de Diana y me acerque a Andre tanto que tuve que colocarme en cuclillas hasta quedar cara a cara… o algo así. Pude sentir su perfume penetrar mis fosas nasales, el condenado olía maravilloso, su m*****a mandíbula perfecta y sus labios gruesos combinaban perfectamente la actitud que emanaba, trataba de descifrar qué era lo que sus ojos esmeralda me decían.

— Eres un cínico de m****a. — escupo con rabia, también por mis pensamientos lujuriosos hacia él.

— Sabes Gen, la primera vez que te vi le dije a mi padre que eras la niña más hermosa que había visto, teníamos como 6 años, recuerdo también haberle dicho a mi padre que serias mi esposa y luego creciste y te volviste repugnante, ni siquiera podía verte, pero ahora… — Esta vez Andrew si logra su cometido, coloca su mano sobre mi mejilla y comienza a acariciarla. enviando una fuerte corriente por toda mi espina dorsal. — ahora luces jodidamente caliente, digna de mi. 

— ¿Ahora soy digna? — suelto una carcajada sarcástica. — Mira Andrew, será mejor que te alejes de mí….

— Si no lo hago ¿Que vas hacer? 

— Seré tu peor pesadilla. 

Esta vez fue el turno de reír de Andrew. 

— Me gustaría verte intentándolo.

— ¿Crees que no lo lograré? — Enarco una ceja. 

— ¿Qué propones? — La voz de Andrew se hizo más suave y grave.

— Si logro sacarte de tus casillas, vas a pedirme perdón de rodillas y ante todos, por todo lo que me hiciste en la escuela. 

— Bien. — asiente con su cabeza. — Y si yo gano te hare mia.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo