Capítulo 2. Solo llámame Theo

Deambulo durante al menos dos horas por las calles de Seattle,sus pies dolían de caminar, solo recordaba california que fue donde vivió toda su vida antes de llegar a este lugar.

El cielo estaba cubierto de una capa oscura de nubes y en unos instantes las gotas comenzaron a descender.

—Gia…Gia, ¿como pudiste venir a este lugar?, ¡que es lo que haré ahora!, no tengo dinero ni a donde ir, y tengo mucha hambre,¿como puedo tener tanta hambre en un lugar que ni siquiera existe?— lloro mucho, pero ni siquiera era posible notarse ya que las gotas de agua empaparon su cuerpo al mismo tiempo que se combinaban con las lágrimas.

Miró a su alrededor y por si fuera poco se encontraba en el centro de la ciudad, tenía muchos edificios alrededor suyo, tenía miedo de perderse y no regresar nunca, miro al otro lado de la calle y sus ojos chocaron con los de ese hombre,—El señor Clark, ¿ que hace ese hombre aquí?— jadió y el color se fue de su rostro, él la señaló con su dedo, varios hombres vestidos de color negro caminaron apresuradamente a donde estaba parada.

Comenzó a correr para cruzar la calle que se encontraba en la esquina unos metros más adelante, y sin darse cuenta que venía un auto blanco a toda velocidad, se aventó a la carretera, pero solo sintió el golpe del auto chocando contra su cuerpo y el fuerte sonido de los frenos que chillaron.

Un hombre alto de al menos un metro noventa bajó del vehículo y camino asta donde permanecía Gia tirada en el suelo,—Es el pecado en persona— fue lo primero que penso al mirar al hombre de pie frente a ella , solo esperaba que se arrodilla para levantarla y se disculpara.

—¡Acaso eres ciega!,¿como puedes cruzar la calle de esta manera?,no me responsabilizare por nada de lo que te suceda—gruño el hombre con el ceño fruncido y una fría y hostil mirada.

Estaba tan cercas de ella que solamente pudo escucharlo Gia ,—Solo ayúdame—fue lo único que dijo antes de levantarse y tambalearse asta su auto del hombre para meterme en el.

Los secuases del señor Clark estaban justo enfrente.

—¡Fuera de mi auto!— grito el hombre mientras la miraba con sus fríos y afilados ojos.

—Señor, mire yo no soy de aquí, bueno si soy de aquí, solo que es decir yo no vivo aquí, yo soy de un lugar muy muy lejano, la verdad no se como volver, es más no sé cómo llegue asta aquí,mis padres o supuestos padres pretenden que me case con un anciano,¡ se lo suplico solo ayúdeme a escapar y prometo devolverle el favor!—sollozo limpiándose las lágrimas y al mismo tiempo la sangre que escurría por su frente.

El hombre la observó durante unos instantes, podía notar lo asustada que estaba , resopló para luego comenzar a conducir, miró a varios hombres que merodeaban la zona, pero su auto era tan sencillo que pasaba desapercibido .

—¡acaso no eres tú la primogénita de los Fischer!,¿porque mientes diciendo que no eres de aquí!,¡me tomas por tonto,¡ eh!—gruño deteniendo el auto solo unos metros más adelante,—Fuera de mi auto—.

No tenía sentido responder o darle una explicación , era como decirle que venía de otro mundo y que él no existía en la vida real, abrió la puerta para bajarse pero solo pudo avanzar unos cuantos pasos antes de que su cuerpo se desplomara en el suelo y todo alrededor suyo quedara totalmente negro.

—Carajo,¿como esta mujer puede desmayarse en este instante? —dijo el hombre encendiendo el auto, pero aún indeciso en si debía bajarse o solamente ignorarlo.

Al final optó por darle marcha al auto, pero se detuvo justo unos metros adelante al notar como los mismos hombres de solo una calle atrás se dirigían asta donde permanecía ella.

Los hombres miraron a la mujer tirada en el suelo y avanzaron deprisa, pero miraron como un hombre la sujetaba para subirla a su auto y aceleraba, regresaron por su auto para seguirlo pero ya no tuvieron oportunidad de alcanzarlos.

Gia sintió como unas cálidas manos tocaron su cuerpo, también sintió que todo era cómodo y acogedor, abrió sus ojos abruptamente para ver un lugar totalmente ajeno a la casa donde había despertado.

—¡La bella durmiente al fin se ha despertado!—dijo el hombre al verla caminar por la habitación, ahora que la podía apreciar de cerca,sus ojos grises eran tan únicos e inusuales, su cabello colgaba en ondas por sus delgados hombros, sus labios eran pequeños y rosados,—Dime señorita Fischer,¿Porque huye de esos hombres?—.

Gia miró al hombre sentado al otro extremo de la habitación,sus ojos negros bajo la luz lo hacía lucir como el diablo, un diablo muy atractivo, al instante bajo la mirada tímidamente.

El se puso de pie para caminar hasta posicionarse frente a ella, su aura era opresiva, sus espesas cejas las tenía fruncidas, su cabello quebrado le daba un aspecto lleno masculinidad, sin decir esos rasgos asiáticos en su rostro que lo hacían lucir demasiado atractivo .

—Te lo he dicho todo, son los secuaces del hombre con el que pretenden casarme—.

—¿Y que es lo que pretendes hacer?,¡ escapar de por vida!,hace cuanto que corres por la calle como una loca— le pregunto el hombre mientras la miraba atentamente .

—No lo sé señor,creo que desde la mañana he estado escapando— respondió cabizbaja, pero el sonido de su estómago se escuchó por toda la habitación y se sonrojó al instante,(-Esto es tan vergonzoso-) pensó sin atreverse a levantar la cabeza.

—Cuando regrese espero no verte aquí —dijo el hombre con voz fría , saliendo de la habitación y no solo de la habitación si no del departamento también, ella solo miro su espalda perderse entre los pasillos.

Ella se puso de pie para buscar algo que comer, pero en el refrigerador no había absolutamente nada de comida, el rugido de su estómago se volvió a escuchar,—Porque este mundo es tan difícil—se volvió a quejar Gia.

El sonido de un celular se escuchó en la habitación,lo tomo entre sus manos y pudo notar el nombre de Thomas en la pantalla, lo dejo en el mismo sitio, pero esta vez llegaron una fila de mensajes.

*Thaís Fischer si no regresas a casa ahora mismo, olvídate de todo lo que tienes,te advierto que quedarás desterrada de la familia*. Gia miró perpleja el teléfono .

—Ese teléfono es mío,¿ hace cuanto que lo traía y no me di cuenta?—dijo para luego tirarse a la acogedora cama,—!Porque tengo mucha hambre!—.

Gia se volvió a poner de pie, con la esperanza de encontrar comida, abrió el congelador, y su corazón se lleno de emoción al encontrar un corte de carne dentro, lo saco para prepárarlo , estaba tan llena que volvió a quedarse dormida.

El hombre empujó la puerta, pero al ver a la mujer acostada en su sofá con baba escurriendo por su boca solo le generó asco, tomó el vaso de agua que estaba sobre la mesa y lo vertió en el cuerpo de la mujer.

—¿Porque aún sigues aquí?,¡acaso no fui muy claro o es que tú no entiendes!—grito el hombre furioso,sus ojos eran como dos témpanos de hielo.

Gia pegó un salto al sentir el agua fría en su cuerpo,—Yo…yo…señor se lo ruego por favor perdóneme, es que no tengo a donde ir solo déjeme quedarme en su casa se lo ruego por favor— suplico con desespero, las lágrimas escurrían por su pequeño rostro,sus ojos grises parecían un cielo cubierto por densas nubes a punto de caer una tormenta.—Se cocinar,también se hacer quehaceres domésticos, puedo ayudarle a limpiar su casa…solo déjeme quedarme unas semanas—volvió a suplicar ella, paso su mano limpiando las lágrimas.

El hombre la volvió a mirar con hostilidad,—Tienes prohibido entrar a mi habitación, dormirás en la sala, tampoco puedes tocar nada del estudio, no me gusta que la ropa quede sucia…no me gustan las comidas grasosas, te pagaré 500 dólares a la semana si no te gusta puedes marcharte ahora mismo— gruño la fría voz del hombre.

Los ojos de Gia brillaron de emoción,—Qui…quinientos dólares,¿habla encerio señor?—tartamudeo ella,ni en sus sueños había imaginado tener una muy buena paga.

—Si no te parece puedes marcharte ahora—siseo el hombre girándose para caminar a su habitación.

—Si…si señor, debería comenzar a trabajar ahora mismo, mi nombre es Gi…Thaís Fischer—corrigió rápidamente ella,sus ánimos habían mejorado considerablemente,—¿Cual es su nombre?—.

—Solo llámame Theo, ahora ve a comprar cosas y regresa para cocinar—ordeno el.

—Señor…pero si me llegan a ver esos hombres estaría en problemas—el rostro de ella estaba pálido.

—Que pretendes, que te acompañe—gruño Theodore.

—Si señor, es que no conozco la ciudad— dijo ella tímidamente.

—Soy tu jefe, no tu guardaespaldas—volvió a rugir Theo, sacó una tarjeta de su cartera y la arrojó a la mesa,—No tiene clave —.

Gia solo escuchó la puerta de la habitación azotarse, la sonrisa en su rostro se desvaneció, porque en este mundo existían seres tan crueles, pensaba que solo Logan era cruel por no escucharla, pero al ver a este hombre, Logan era mejor opción .

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