CAPÍTULO 4. Una madre desnaturalizada

—¡Por favor dígame que puedo conseguir algún tipo de ayuda para ellas! ¡Por favor…!

Blair estaba a punto de ponerse de rodillas delante de aquella mujer. Se había presentado en aquel centro de ayuda casi al amanecer, porque necesitaba agotar todas sus posibilidades… pero la respuesta había sido tajante:

—Lo siento, señora Sagal, pero la única ayuda para la que aplica su madre por su edad es para el internamiento en una residencia, y allí no podría tener a la niña —sentenció la trabajadora social—. De hecho… en el momento que usted falte, Servicios Sociales se verá involucrado y evaluarán la capacidad de su madre para cuidar de la menor. A falta de otro adulto responsable, el Estado se quedará a cargo de ella.

—¿El estado? Quiere decir… ¿En un orfanato?

La trabajadora social asintió con tristeza, pero no podía mentirle.

—Así es. Lo lamento, señora Sagal, pero no creo que su madre sea considerada apta para cuidar de su hija. La menor será llevada a un orfanato y con suerte, será una buena candidata para la adopción. 

Blair había salido de allí con el corazón aún más destrozado y la certeza de que si no hacía algo al respecto, dejaría a su hija completamente desamparada.

Así que ahora estaba allí, delante del gran Nate Vanderwood, poniendo sus condiciones para aceptar su oferta.

—Muy bien, tú dirás —sentenció él y Blair se abrazó el cuerpo con un gesto de autoprotección.

—Tengo... Tengo algunas preguntas —murmuró ella mirándolo—. Usted, ¿se considera una buena persona?

Nate hizo una mueca porque definitivamente aquella era la última de las preguntas que se había esperado; quizás algo relacionado con el dinero o con el proceso de quedarse embarazada, pero definitivamente no algo como aquello.

—Bueno, pongámoslo así: estoy jugando una carta muy distinta de la que podría usar para que me des lo que quiero —declaró con indiferencia.

—¿Qué quiere decir…?

—Que podría acusarte de querer provocar un accidente para salir indemnizada, o meter una denuncia a la policía porque quisiste estafar al seguro de vida… —espetó con toda la intención de hacerla temblar—. Y en lugar de eso, estoy ofreciéndote un trato que cambiará tu vida de la mejor manera porque incluye una compensación. Así que sí, me considero en este momento bastante buena persona.

Blair pasó saliva, asustada, porque eso era algo que ni siquiera le había pasado por la mente; pero era obvio que el hombre frente a ella había calculado fríamente cada una de sus opciones.

—OK, entonces... Supongo que se lo agradezco. Tengo otra pregunta. —Él solo asintió levemente—. ¿Usted alguna vez consideró la adopción? Digo, como dice que no quiere tener pareja.

Blair sentía que hasta el alma le temblaba, pero Nate hizo una mueca de frustración y se echó hacia atrás en su silla ejecutiva, acomodándose.

—Bueno, si vamos a ser honestos en esto, la verdad es que sí, la adopción siempre fue mi primera opción hasta este momento. No tenía ningún interés y sigo sin tener ningún plan de enredarme en una relación, así que obviamente pensé que cuando llegara el momento de tener un hijo, adoptar sería la primera opción en mi lista —declaró mientras el corazón de Blair se desataba en su pecho—. Si no hubiera sido porque mi padre está en plena crisis existencial y me está exigiendo que tenga un hijo biológico, no estaría haciendo esto. Pero, ¿a qué viene esa pregunta?

Él frunció el ceño y ella optó por sentarse porque sabía que sus piernas no la sostendrían para decir lo que tenía que decir.

—Señor Vanderwood... No estoy dispuesta a aceptar su trato, a menos que usted acepte cumplir con dos condiciones.

—¿Que serían...? —preguntó Nate achicando los ojos.

—La primera es que después de que tengamos al bebé, usted también... también adopte a mi hija mayor.

—¡¿Disculpa?! —Nate se echó hacia adelante porque creyó que había escuchado mal—. ¿Quieres que me quede también con tu... con tu bebé de ocho meses?

Los ojos de Blair se llenaron de lágrimas, pero los bajó porque no quería que él la viera llorar, así que carraspeó, intentando ahuyentar aquel nudo en la garganta.

—Sí... Sí, eso es lo que quiero, Señor Vanderwood —confirmó—. No quiero que mis hijos estén separados y no veo otra manera de que se queden juntos.

—Pues no serían los primeros hermanos que se crían separados —replicó Nate mientras un repunte de amargura despertaba en él.

Hacía años que venía intentando controlar ese horrible sentimiento, pero aquella condición de Blair lo regresó al tiempo en que todavía vivía en Texas y a la mujer sin corazón de la que había escapado. Escuchar sus palabras y su decisión lo hicieron sentir que estaba hablando con una madre desnaturalizada a quien no le importaba en absoluto ninguno de sus hijos.

—Lo sé —respondió Blair sacándolo de sus pensamientos—. Pero no quiero que mis hijos se críen separados. Usted afirma que podrá ser un buen padre para uno de ellos, y también afirma que adoptar siempre fue su primera opción, entonces no veo motivo para que no pueda también querer a mi hija y criarla como si fuera suya. Lo único que quiero es que mis hijos estén juntos. 

—Pero voy a pagarte bien, podrás darle a tu hija una buena vida por tu cuenta —gruñó molesto.

—Lo sé. Pero yo quiero que esté con su hermano. Esa es mi condición.

Nate hizo un largo silencio, pero luego recordó que aún quedaba otra más.

—¿Cuál es la otra? —la increpó con tono seco.

—También me gustaría que mi madre pudiera verlos de vez en cuando, solo cuando usted lo permita y bajo supervisión si es necesario, pero me gustaría que ella pudiera verlos.

Nate frunció el ceño, y aquellas malas emociones continuaron creciendo en él.

—¿Quieres que tu madre los vea, no tú?

Blair miró las manos que se retorcía en el regazo y dijo exactamente la mentira que ya tenía preparada:

—Sé que si pido verlos yo, sería demasiado invasiva. Sé que con lo que estoy aceptando, voy a renunciar a los dos y que, si pido verlos, sería molestarlo a usted demasiado.

El pecho de Nate se ensanchó, tratando de respirar a través de aquella indignación, porque parecía como si simplemente quisiera deshacerse de ellos.

—Muy bien, voy a pensarlo. Te llamaré cuando tome una decisión.

Y aquellas palabras eran como la señal de que no tenía absolutamente nada más que decirle. Así que Blair se levantó del asiento y salió de aquel lugar con el corazón estrujado, pero sabiendo que se había jugado la última de sus cartas para dejar a su hija protegida.

No tenía idea de que la reacción que se estaba provocando en Nate en aquel momento no era para nada amable.

—¡Rompe el contrato, no me interesa nada con ella! —gruñó él apenas Ranger atravesó la puerta.

—¿Y eso por qué? ¿Te pusiste tacaño y quisiste pagarle poco?

—¡Al contrario, ni siquiera escuchó lo que estoy dispuesto a pagar, pero me puso condiciones que..!. —Se interrumpió y negó lleno de frustración—. ¡Es una madre desnaturalizada! ¡No le importan ninguno de sus hijos! ¡Ni la que tiene ni el que pueda tener conmigo! ¡¿Sabes qué condición me puso?!

—¿Que dures más de cinco minutos en la cama?

—¡Ranger!

—OK, OK, pongámonos serios. ¿Qué condición te puso?

—¡Que además del hijo que me dé, también adopte a la hija que ya tiene! ¡¿Sabes lo que eso significa?! ¡Es una mujer sin una gota de instinto maternal, sin sentimientos, no le importa entregar ni un hijo ni dos...!

—¡Y no te va a dar problemas por la custodia! —advirtió Ranger poniéndole una mano en el hombro y obligándolo a sentarse, para luego entregarle un pequeño vaso lleno de coñac—. A ver, Nate, vamos a aclarar algo: ¿Tú quieres una mujer que esté detrás de ti en los tribunales haciendo escándalos y reclamando la custodia de sus hijos?

—¡Pues con un contrato firmado ella no podría...!

—¡Ah, por favor, no me digas que eres tan ingenuo! —lo regañó su amigo—. Cuando una madre de verdad quiere a sus hijos, se limpia el trasero con los contratos. Lo que tú necesitas precisamente es una mujer que no los quiera, así no te va a dar ese problema. ¿Que es una desnaturalizada? ¿Que es una mala madre? ¿Que no le importa dejarte a sus hijos? ¡Pues perfecto! ¡Tú lo que quieres es ser un padre soltero, y ella lo que quiere es no tener cargas! ¿No estás viendo que todo aquí es ganar para ti?

Nate se quedó en silencio por un segundo mientras se acomodaba el cabello con un gesto mecánico y bebía un sorbo del coñac.

—Bueno, si lo pones así...

—A ver, ¿tú esperas enamorarte de ella? —lo increpó Ranger.

—¡Pero claro que no, ¿qué babosada es esa?! —espetó Nate.

—¿Y ella está follable...? ¡No me respondas, es una pregunta retórica! Aun con su despeluzo natural la chica es un pastelito.

—¡Ve al punto, idiota!

—Pues que si ella está follable y te quiere dejar a sus hijos, considera una bendición del cielo que sea una madre desnaturalizada y aprovecha la oportunidad. ¿O quieres repetir la misma historia de tu primer hij…?

—¡Ranger! 

Su amigo supo que había cruzado la línea cuando su nombre salió de los labios de Nate como una advertencia.

—Lo siento… no debí mencionar eso. Pero tú me entiendes, ¿verdad?

Nate se restregó la cara con las manos, pero terminó asintiendo.

—Sí, te entiendo. Tampoco es como que vaya a vivir mi vida con ella, solo tengo que embarazarla, tomar a mis hijos, pagarle y mandarla a volar. ¿Exacto?

—¡Exacto! —lo apoyó Ranger. 

Nate respiró pesadamente y alargó la mano hacia su celular para marcar aquel número.

"¡Señor Vanderwood!", exclamó Blair sorprendida porque aún estaba de camino a su casa y no había esperado que la llamara tan pronto.

—Ya tomé una decisión —murmuró él con tono ronco—. Ven mañana a primera hora para discutir el contrato... Acepto tus condiciones.

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