C251: A un solo paso de tu ruina.
Cuando se trataba de enfrentarse a Reinhardt Barone, todas las organizaciones del bajo mundo coincidían en una estrategia: el ataque en masa. Ninguno de sus enemigos, ni siquiera los más temerarios, se atrevía a sugerir un duelo uno contra uno. La sola idea de enfrentarlo en combate directo, cuerpo a cuerpo, sin respaldo, era una fantasía estúpida y suicida.
Reinhardt no era simplemente fuerte. Era descomunal, una masa de músculo endurecido por años de violencia, un cuerpo que resistía golpes que partirían a otros en dos. Su umbral de dolor era inhumano y su resistencia era monstruosa. Incluso con tres o cuatro hombres a la vez, seguía de pie. Seguía peleando, seguía matando.
No era cuestión de cobardía. Cuando se hablaba de Reinhardt, nadie usaba esa palabra. Atacar en grupo, tenderle una emboscada, agotarlo entre varios… todo eso era considerado táctico y sensato, porque el simple hecho de matarlo, de lograr que cayera, aunque fuera con ayuda de una decena de hombres, ya era un acto