C225: No fuiste una excepción.
Reinhardt la miró con esos ojos grises que tantas veces habían parecido devorarla.
—No quiero estar atado a nadie —declaró—. Soy un hombre libre, campesina. No pertenezco a nadie más que a mí mismo. Soy posesivo, lo reconozco, pero no soy entregado, y no puedo darte lo que estás pidiendo.
Sus palabras eran duras, sin adornos, y cada una golpeaba como un mazo contra el pecho de Jordan.
—De cualquier manera —continuó él, con una expresión arrogante, como si ya hubiese resuelto todo en su mente—, tú no estás en posición de exigir nada. No tienes derecho a poner condiciones. Estás bajo mi custodia, bajo mi dominio. Y mientras estés aquí, harás exactamente todo lo que yo te diga. Si vamos a pasar el tiempo peleando porque te resistes a obedecerme, entonces la vamos a pasar muy mal.
—¿Tan difícil es para ti darme exclusividad? —cuestionó, desilusionada—. ¿Eso significa que ya tienes pensado estar con alguien más? ¿O simplemente no quieres cerrar esa puerta por si encuentras a otra que te i