Reinhardt ya estaba abrumado por la carga de trabajo que se le había acumulado. Durante demasiado tiempo había postergado sus responsabilidades por estar constantemente al pendiente de Jordan, siguiéndola a todas partes, preocupándose por ella, como si el resto del mundo pudiera esperar. Pero eventualmente, la realidad lo alcanzó. Las obligaciones no desaparecieron por sí solas, y terminaron por amontonarse hasta el punto en que ya no pudo ignorarlas más. Fue entonces cuando comenzó a enfocarse con más seriedad en su trabajo, tratando de recuperar el tiempo perdido.

Además, el asunto con Dante seguía latente, cada vez más espinoso, y no tardó en salir a la luz con todas sus implicancias. Dante le confesó que, efectivamente, había tratado de vender a Reinhardt. Esa había sido la intención desde el principio: entregarlo. Lo peor de todo era que el plan lo había disfrazado de una simple oportunidad de negocio. La relación entre ambos se basaba en un intercambio comercial mutuo: Dante com