El silencio cayó como una losa. Nadie se atrevía a mover un músculo.
La mayoría de los trabajadores y bailarinas estaban genuinamente asombrados. Varias mujeres cubrieron su boca en gesto de shock, cuchicheando entre ellas. Pero había dos excepciones: Charlie y Simone.
Charlie mantenía el ceño fruncido, tenso, mientras Simone observaba la escena con un semblante impasible, difícil de interpretar.
Ambos sabían la verdad. Ambos la habían ocultado.
Y ambos eran, irónicamente, los trabajadores en los que Reinhardt más confiaba.
Reinhardt los miró con sospecha, pero de momento no los señaló. En cambio, sus ojos se clavaron como dagas en Jasper.
—Tú —gruñó, caminando hacia él.
De un tirón, arrastró a Jordan y la lanzó contra Jasper.
Él la atrapó de forma torpe, sorprendido, incapaz de comprender qué diablos estaba pasando.
—Tengo entendido que ustedes eran muy "amigos", o lo que fuera que hayan sido. ¿Tú lo sabías, Jasper? ¿Sabías la verdad sobre esta campesina?
Jasper, aún sujetando a Jord