A Virginia se le secó la boca, le temblaron las piernas y retrocedió instintivamente mientras Connor sonreía.
—Oye, no soy comida —murmuró mientras él la alcanzaba y la rodeaba con sus brazos.
—Esta noche sí… —aseguró él, encontrando sus labios en un beso perfecto y delicioso.
Sus lenguas se enredaron y Virginia sintió aquel sabor dulce y penetrante invadiendo cada uno de sus sentidos. Connor paseó el dorso de los dedos sobre los brazos de la muchacha con una caricia íntima y sensual, haciendo que se estremeciera de pies a cabeza. Le sacó la chalina y la tiró a un lado, y bajó la cabeza para besar su hombro con adoración.
Baby tenía la piel suave y casi brillante a la luz suave del salón. Estaba nerviosa, era normal, pero aún así encontró el valor para desabotonarle el saco y quitá