CAPÍTULO 13
Connor suspiró mientras veía a Virginia como una hormiguita loca detrás de su escritorio. Estaba ansiosa, podía notarlo, pero todo aquello desapareció cuando un muchacho que no debía tener más de veinte o veintiún años llegó frente a su mesa. Virginia le estrechó la mano y estuvieron conversando unos cinco minutos mientras Connor se aguantaba los celos como un hombrecito.
Finalmente la vio empujar la puerta de cristal de su oficina y asomarse.
—Creo que nuestro caso llegó… —dijo un poco nerviosa.
—¿En serio? ¿Llegó «llegó», o tú lo encontraste? —preguntó Connor sorprendido.
—Un poco de los dos, llámale destino —respondió Virginia.
—Está bien, vamos a escucharlo entonces —accedió.
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