Ese fue uno de esos días en los que me sentía inquieto, con ganas de correr a un lugar en específico. Ya había hecho ejercicio, había ido a la oficina, había hablado con mis padres, había ido a jugar squash con Adam, y aún deseaba volver, sin que me importara la sencillez o la falta de lujos de su hogar. Bueno, aunque ya no es su hogar. El día anterior lo había pasado junto ellos y deseaba repetirlo.
—Estás distraído y eso es muy raro —dijo Heidy.
Me miró con los ojos entrecerrados, la ignoré. Aún tenía en mi cabeza la mentira que le había dicho a Sarah, y estaba convenciéndome de que ella no sería capaz de traicionarme. Volví mi mirada a mi computador con la intención de centrarme en los informes. Estiré mi mano para tomar mi café, pero no logré entender mis propios números, porque in