Capítulo extra 8: Una casa con olor a pan y promesas.
El cielo estaba teñido de naranja cuando salieron de la oficina. Emiliano se había quedado un poco más, resolviendo temas con Mateo, situación que Amelie aprovechó para caminar junto a Violet por el estacionamiento subterráneo, como si la conociera de toda la vida.
— ¿Tienes algo que hacer esta tarde? — Preguntó, con una inocencia fingida que no engañaba a nadie.
— Trabajo, y trato de evitar conversaciones innecesarias. — Respondió Violet sin mirar.
— ¿Entonces podrías venir a merendar a casa?
— Violet la miró, por primera vez, con una mezcla de desconcierto y defensa. — ¿Eso fue una trampa?
— Sí. — Admitió Amelie—. Pero con buenas intenciones.
— Violet se detuvo. — No suelo hacer visitas sociales. Menos aún con… niños.
— Yo tampoco suelo invitar personas con cara de tormenta. Pero te elegí igual.
La respuesta descolocó a Violet por un momento. Ésta frunció el ceño por las palabras de la niña, e iba a decir que no, que eso no era lo suyo, que no le interesaba, que tenía otras cosas pe