65. Tú
Tres días ya. Interminables, asfixiantes y vergonzosas, que parecían contener el doble de horas predeterminadas por día.
Andrea se sentía con la obligación civil de alertar a cualquiera que jamás cometieran el error de aceptar un viaje nacido del resentimiento de mujeres atolondradas.
Todo era un desastre y se convenció de que ya no estaba para eso, que no volvería a estar en sintonía con gente de su edad.
Estaba segura de que Javier le dio la tarjeta por compasión. Al fin y al cabo, ella era la hermanita de su mejor amigo. Y se arrepintió de no decirle que lo llamaría ella para sacarlo de aquel apuro.
Andrea tenía la certeza que esa llamada nunca llegaría.
Un «Está bien» fue lo que respondió, y quiso golpearse la frente por ser tan poco creativa, tan poco lanzada, tan poco... todo.
Si lo volvía a ver, le soltaría una frase ingeniosa y que disfrutaría de la cara de bobo que pondría ante su desparpajo y sensualidad.
Pero al final se conformó con reírse de sí misma, con mucha pena