Las copas seguían en la mesa, pero ya no importaban. Ni el mantel perfecto ni los cubiertos de plata. La señora Montenegro se acomodó su abrigo de cachemira con elegancia, mientras los ojos de Lina seguían fijos en la carpeta que yacía cerrada frente a ella, como si fuera una bomba de tiempo. —Gracias por confiar en mí. Dijo la mujer con suavidad, tomando la carpeta y guardándola en su bolso. —Sé que esto es mucho para asimilar. Pero confía en lo que sientes. La sangre no siempre necesita pruebas para reconocerse. Yo asintí, aún con el pecho apretado. Las palabras "soy una Montenegro" no dejaban de retumbarle en la mente. —¿Y ahora? Pregunté a ella, casi en un susurro. —Ahora confía en mí Dijo la señora Montenegro, mirando hacia la entrada del restaurante con atención. — Dan ya debe estar buscándote… pero no puede verte aquí conmigo... La miré desconcertada, pero había algo de razón en sus palabras. —Voy a ayudarte a llegar con Derian. Dijo la mujer, en voz baj
PUNTO DE VISTA DE LINA: Los pasos de Dan resonaban con una cadencia que helaba la sangre. No era solo el sonido de unos zapatos contra el suelo de hospital. Era una amenaza. Un reloj de arena al revés. Me giré hacia la puerta. Derian tomó mi mano sin decir palabra, sus ojos me decían que no me moviera, que confiara. Yo asentí, apretando su mano con fuerza. La sombra de Dan se proyectó por debajo de la puerta. Estaba justo ahí. —¿Derian? —su voz retumbó, grave y serena. Esa serenidad que siempre escondía el filo de un cuchillo. —Sí —respondió Derian con tono casual, soltando mi mano justo antes de que la puerta se abriera. Dan apareció con una sonrisa tan impecable como falsa. Su mirada pasó por la habitación, se detuvo un microsegundo en mí, y luego volvió a Derian. A mí me ignoró deliberadamente, como si fuera una silla más en la sala. —
PUNTO DE VISTA DE DAN La puerta se abrió. Me aparté de inmediato, escondido a un par de metros, fingiendo revisar algo en el celular. Lina salió sin percatarse de mi presencia. Su rostro estaba alterado, pero no como alguien triste o molesta. No... había algo más. Una satisfacción nerviosa que me encendió todas las alarmas. Apresuró el paso hacia el ascensor sin mirar atrás. Sus dedos temblaban levemente al presionar el botón. Fingía serenidad, pero la conozco demasiado bien. Algo pasó ahí adentro. Algo que no me contó. Esperé a que desapareciera por completo antes de entrar. La puerta de la habitación seguía entreabierta. Respiré hondo, me puse la máscara de hermano preocupado, y empujé para entrar. Derian estaba sentado, recostado contra las almohadas. El televisor estaba encendido, pero la pantalla no mostraba nada interesante. Cuando me vio, sonrió con fingida cortesía. —¿Otra vez tú? —dijo, con voz liger
PUNTO DE VISTA DE DAN No me moví de donde estaba. No parpadeé. Ni siquiera respiré mientras veía a Lina salir del café con él. Liam Donovan. Era él. Aunque no lo veía desde que tenía quince años, lo reconocí de inmediato. Esa maldita mandíbula de héroe barato. Esa mirada arrogante de quien cree tener la moral de su lado. El muy idiota incluso se atrevió a sonreírle a Lina. Y ella... le devolvió la sonrisa. Apreté los dientes. Cerré el puño dentro del bolsillo del abrigo. No supe si quería golpear a Liam o a mí mismo por no haberlo previsto. Porque claro, todo cuadraba ahora: la urgencia de Lina por salir del hospital, esa paz repentina en su rostro, la seguridad con la que caminaba. No se escapaba de mí... corría hacia otro. —Maldita sea —murmuré, girando sobre mis talones—. ¿Qué clase de juego es este? Me metí al auto y le grité al chofer que fuera al hospital. No
PUNTO DE VISTA DE DAN La puerta se cerró tras de mí con un estruendo seco. Caminé como si el suelo ardiera bajo mis pies, sin mirar atrás, sin pensar en nada más que en la rabia burbujeando en mi garganta como ácido. ¿Quién demonios se creía que era ese imbécil? ¿Qué buscaba? ¿Revancha por algo que pasó hace más de una década? ¿Tan patético era? Y lo peor... Lo peor era que tenía a Lina de su lado. Saqué mi teléfono. Marqué al primer número que encontré en mi lista de contactos: uno de mis hombres, uno de los que se encargaba del “trabajo sucio”. —Lo quiero. A Liam Donovan. Localízalo. Síguelo. No le hagas daño... aún. Solo quiero saber dónde duerme, qué come, con quién se reúne. Todo. Y si ves a Lina con él… no te acerques. Solo observa. Entendido. Corté antes de recibir respuesta. Me dolía el orgullo. Me dolía la traición. Pero más que
PUNTO DE VISTA DE LINA La puerta metálica se cerró tras de mí con un crujido pesado, como si sellara algo más que un escondite. Salí tambaleándome, una mano sobre la ceja abierta, la otra rozando la pared rugosa para no caerme. El aire del exterior era frío y húmedo, contrastando con el calor punzante que me ardía en el rostro. No sabía si eran los nervios o la sangre resbalando lentamente por mi piel lo que más me hacía temblar. Caminé unos metros, pero el mundo se movía a mi alrededor como si flotara. Estaba mareada, desorientada… pero no lo suficiente como para olvidar quién era el enemigo. Todo esto es por Derian, me repetí, obligándome a seguir. Por la verdad. Por justicia. Entonces lo vi. Al otro lado de la calle, parcialmente oculto tras un árbol, estaba él. Uno de los hombres de Dan. Lo reconocí por su postura, por la forma en que se llevó el teléfono al oído al verme.
PUNTO DE VISTA DE LINA:Dan me sostuvo entre sus brazos, en silencio. No dijo nada durante varios segundos, pero su respiración delataba todo. Era un volcán a punto de estallar. Se apartó apenas para mirarme con los ojos ardiendo de rabia.—No te preocupes, mi amor —murmuró, con una dulzura que no le nacía del alma, sino del ego herido—. No dejaré que nadie te toque otra vez. Ese maldito doctor va a pagar caro por lo que te hizo. Nadie juega conmigo… ni contigo.Me acarició el cabello como si fuera su tesoro más preciado, cuando en realidad yo era solo la pieza clave en su juego. Pero justo eso quería que creyera: que me creía débil, manipulable, suya.Se puso de pie con un gesto violento. Su rostro estaba pálido de furia, los labios apretados.—Voy a encontrarlo. Juro que lo voy a encontrar. —Y sin mirar atrás, salió de la habitación hecho una furia.No dejó órdenes, no dejó a nadie vigilando. Ni cámaras, ni guardias. Solo el pi
LinaSoy Lina, tengo 20 años y estudio Francés en una escuela privada. Mis padres tienen una economía moderada, pero se esfuerzan por ayudarme a pagar la colegiatura. Hoy es mi primer día en esta nueva escuela y estoy completamente nerviosa por lo que pueda suceder. Sin embargo, tengo el presentimiento de que todo saldrá bien… aunque eso pensaba yo.—Hija, aquí está tu almuerzo, no se te olvide.— dice mi madre mientras me lo pasa.—Ah, claro, mamá, ya lo guardo.— respondo, aunque aún con la cabeza llena de nervios.Mi madre siempre ha sido muy cariñosa conmigo. Se preocupa por mí como solo lo hacen las madres, aunque, claro, también es porque soy su hija.—Lina, no te olvides de pasar por la casa de tu tío Ronald a recoger su herramienta.— me recuerda mi padre desde la sala.—No, papá, no se me olvida.— le respondo con un suspiro mientras giro los ojos.Mi padre tiene una forma peculiar de tratarme, a veces parece que me ve como si fuera su mensajera o incluso un niño.—¡Adiós, ya me