¡Nunca le había sonreído así a él! ¿No decía que lo amaba? Antes él también creía que ella lo amaba, pero en este instante, sentía que esta mujer amaba al hombre frente a ella. ¡Cómo se atrevía a engañarlo durante tres años!
En ese momento, el corazón de Miguel pareció ser apretado por una mano invisible, el dolor casi lo ahogaba. Ardía de rabia, pero también sentía una impotencia sin precedentes. No podía creer que estuviera aquí, presenciando esta escena, como si todo su mundo se derrumbara.
Intentó controlar su respiración, tratando de no perder el control de sus emociones. Sin embargo, cuando volvió a mirar a la pareja, la ira en su corazón se encendió como llamas alimentadas con aceite, amenazando con consumir su razón.
—¡Laura! —finalmente explotó, rugiendo con furia, su voz cargada de emociones reprimidas. En ese momento, ya no era el sereno Miguel, sino un hombre común impulsado por sus emociones, parado en una encrucijada del destino, enfrentando un desafío sin precedentes.
La