El sonido del teléfono interrumpió los pensamientos de Miguel. Al ver que era Jenny, frunció el ceño.
—¿Qué pasa?
—¡Miguel, alguien entró a la habitación y me golpeó, fue horrible! —lloró Jenny entrecortadamente.
—¿Qué sucedió? —preguntó Miguel arrugando el ceño.
—¡No lo sé, entraron directo a mi cama y me golpearon! ¡Después huyeron!
Miguel entrecerró los ojos: —Llamaré a Mario para que investigue.
—¿Puedes venir a acompañarme? ¡Tengo mucho miedo! —la voz temblorosa de Jenny revelaba su temor genuino.
—Estoy ocupado, enviaré a Mario —y colgó directamente.
Al otro lado del teléfono, Jenny yacía en la cama, su rostro lívido de rabia.
¡Maldita Laura! ¿Qué le había hecho a Miguel para que ahora la ignorara? ¡Tenía que hacerla pagar!
Después de llamar a Mario, Miguel fue a buscar a Laura.
En la habitación, Adriana acababa de despertar, muy débil, sin fuerzas para hablar, mirando a Laura como si tuviera mil cosas que decirle.
Ver a su abuela así le partía el corazón a Laura.
—Abuela, recupé