—Mueve los pies, Libi. No dejes de moverlos.
—No vayas a soltarme.
Irum la sostuvo de las manos y Libi pataleó hacia él con el afán desesperado de mantenerse a flote y sobrevivir. Logró llegar hasta él y lo aferró con fuerza, tosiendo y escupiendo agua.
—Nunca vi a nadie con tan mala coordinación.
Ni flotar lograba. Cuando se quedaba quieta, se iba hasta el fondo.
—No... no sobreviviré a tus clases de nado... Mejor sigo enseñándote a cocinar.
Irum era un estudiante destacado, a diferencia de ella, que acabaría reprobando y muerta, sólo así flotaría.
—No te rindas tan fácilmente. Debes evitar respirar cuando te sumerjas y no entrar en pánico. Hagámoslo juntos.
Libi inhaló a su máxima capacidad y se sumergió junto con Irum. Quiso salirse del agua en cuanto ésta le cubrió la boca, pero aguantó, soltando aire como un globo que se desinflaba. Incluso se atrevió a abrir los ojos y vio que Irum no se había sumergido.
—¡Eres un tramposo!
—Eres tú la que necesita aprender a nadar, no yo, p