Dober había sumergido una mano por debajo del vestido de Hiz y estaba tocando su entrepierna.
—¡No, por favor! —pidió ella totalmente avergonzada.
—Shu… tranquila, Hiz, relájate —susurró él—. Te va a gustar. No te imaginas lo que es capaz de hacer tu cuerpo para hacerte sentir placer.
Ahora Dober sumergía su mano por debajo de la ropa interior y hacía masajes circulares en su sexo.
Hiz comenzó a respirar agitado y abría su boca para dejar salir gemidos. Dober comenzó a besarla y sumergía su lengua en su boca. Después le besó el cuello con mucha pasión.
Un dedo de Dober se introdujo en su vagina y la estaba estimulando. Hiz se sintió bastante húmeda y no dejaba de retorcerse y sentirse caliente.
Nunca había experimentado tanto placer.
Veía que la marca de Dober hab&iacu