Capítulo 24

Reí y lo besé, ambos nos abrazamos y así quedamos por un buen rato, llegó el mediodía y almorzamos algo ligero. Al llegar el atardecer fuimos al mirador pero Alejandro no tenía la vista que yo tenía.

_ No te preocupes, puedo verla desde aquí.

_ Definitivamente esa no es una opción, ven.

Yo lo levanté, mis manos se pusieron en su trasero y aunque a los dos nos dio vergüenza no pasó a más, lo puse en pie mientras se sujetaba de la reja de metal que nos rodeaba, su brazo fue a mi cuello y mis manos se posaron en su cintura.

_ Es hermoso, gracias por el día de hoy Zaya.

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