Valeria descansó en casa durante dos días. Cuando su pie estuvo casi curado, fue a trabajar a Grupo Soler Internacional.
A esa hora, ya había llegado mucha gente al departamento de traducciones.
Algunos estaban ordenando documentos, otros charlando entre ellos. Cuando un compañero vio a Valeria vestida con un traje sastre negro, se sorprendió y exclamó: —¿Eh? ¿Valeria, ya regresaste al trabajo?
«¿Valeria?»
Ante la mención de su nombre, como si hubieran escuchado un chisme, los demás colegas voltearon a mirarla con ojos desorbitados.
Después de lo que había sucedido...
Pensaban que Valeria no volvería a trabajar.
—¡Hola, buenos días! —saludó Valeria con una sonrisa y un gesto con la ceja, al mismo tiempo que saludaba al colega que la había identificado.
Rápidamente se dirigió a su escritorio y se sentó.
El área, que antes tenía cierto bullicio, ahora estaba en completo silencio, todos la observaban fijamente.
Al dejar su bolsa, Valeria pareció darse cuenta del tenso ambiente. Miró a tod