LAURA TORRES
Al llegar las cuatro de la madrugada nos dormimos. Ángel decía no tener sueño y mi cuerpo era la excusa perfecta para Intentar encontrarlo. Fue la noche en la que más veces lo hicimos y en la que me sentía incapaz de mover un solo músculo. Creía que sería imposible levantarme temprano para ir a ver a mi padre... otra vez. Cuando nos dormimos lo hicimos demasiado agotados para poder continuar. No sé cómo podría adaptarme a su ritmo, creo que jamás lo lograré.
Desperté siendo las dos de la tarde. Después del maratón sexual cerré los ojos y pasaron diez horas, increíble.
Ángel llegó en calzoncillos con una bandeja de desayuno. Traía consigo un pequeño pastel y eso me sorprendió.
-Buenos días Lau. ¿Te gusta el pastel?- Saludó tan casual y relajado que me daba envidia. Además se veía extremadamente feliz
-Buenos días. Si me gusta, ¿Por qué quieres desayunar así?-Sonrió
-Hoy es mi cumpleaños. ¿No es pastel lo que se come por un día así?- Me senté en la cama sorprendida
-¿