Pesadilla

El sudor frío cubría su cuerpo, había pasado de tener un sueño agradable a aquella misma pesadilla que la sacudía cada noche desde que era niña. Rhaena no había sido una niña feliz, si no todo lo contrario, siempre fue aquella niña a la que nadie quería…ni siquiera su propia madre.

En aquella pesadilla que estaba sufriendo, Rhaena podía verse a si misma cuando apenas era una pequeña, soportando los gritos, regaños e insultos de su madre que siempre la desprecio sin importar lo mucho que ella se esforzaba por tener su amor. Sin importar cuanto llorara o cuanto suplicara por un poco de su afecto, siempre miro con dolor como aquella mujer que le dio la vida, solo le brindaba su cariño a Alexia D´Angelis, la hija del matrimonio millonario para el cual su madre trabajaba como sirvienta hasta los tiempos actuales. Dulces pasteles, peinados fabulosos, besos en la mejilla y juegos diarios, eso era lo que su madre siempre procuraba para esa niña que no era su hija, para ella, quien lo era, no había nada más que maltratos y desprecios. Siempre la comparo con Alexia, diciéndole como ella era mas hermosa, mas educada, con un futuro prometedor. Se veía a si misma en esa pesadilla mientras crecía, recibiendo insultos de su madre y burlas de Alexia, quien siempre buscaba la manera de humillarla y hacerla sentir la criatura mas miserable del mundo. No había consuelo para ella, no había amor de madre a hija. Solo dolor, mucho dolor todo el tiempo.

Creció siendo una niña maltratada, si bien, nunca hubo golpes, siempre se sintió como una hija que no fue deseada, nunca supo quién era su padre, su madre jamás se lo dijo, pero ella solía imaginar que el regresaba y la rescataba de aquel infierno en el que vivía. Durante muchos años, durmió en el suelo con frio mientras su madre dormía plácidamente en su cama, y en la escuela veía como sus amigas hablaban de sus madres que las trataban con amor, ella, sin embargo, no tenia una madre que la quisiera y tan solo soñaba con el día en que su madre la amara. En ocasiones, solo recibía un gesto cordial de los señores D´Angelis, pero estos siempre se hallaban fuera, era extraño mirarlos en aquella mansión, ya que viajaban constantemente para atender sus asuntos de gente millonaria. Solo los otros sirvientes la trataban como un ser humano, y mas de uno se hizo de palabras con su madre al intentar defenderla, pero la respuesta de su progenitora era siempre la misma.

“Ella no debería de haber nacido”

Se retorcía en la cama, mientras sentía cada palabra en sus sueños como si se la estuviera gritando su madre en el oído. Las lagrimas comenzaron a acumularse en sus ojos cerrados, y el llanto, primero calmo, comenzaba a intensificarse.

Rhaena soñaba con aquel momento en que le dijo su madre que ella quería estudiar para ser abogada, era apenas una jovencita, pero ya sabía lo que quería hacer de su vida.

“Tu no eres mas que una fea estúpida, nunca podrías ser una abogada, eres fea, poco inteligente, y si crees que yo voy a pagar para que estudies estas muy equivocada, tu destino igual que el mío, es solo ser una sirvienta, la más fea que exista, tú no eres digna de nada, no eres digna de tener amor o de siquiera haber nacido, solo eres un estorbo, y todos te verán como un estorbo, no podrás jamás ser lo que quieres porque no eres digna de eso ni de nada, ojala estuvieras muerta, no tienes idea de lo mucho que te odio”

Aquellas palabras fueron las más dolorosas que jamás le dijo, y fueron lo que la motivaron a escapar de aquella mansión para no tener que soportar mas humillaciones y malos tratos. Con tan solo 18 años, Rhaena tuvo que pasar aquellos primeros meses viviendo en un refugio para indigentes, trabajando en lo que podía con todo el entusiasmo que tenía, iba a demostrarle a su madre que ella tambien era valiosa, que ella podía ser tan importante o mas que Alexia D´Angelis, la niña a la que su madre si amaba. Rhaena, nunca supo porque razón era que su madre no la quería, y aquella duda era algo que la atormentaba diariamente, ella tenia poco amor por ella misma, y nunca se había acercado a nadie ni interesado en el amor, pues aquellas palabras de su madre siempre la perseguían a todas partes:

“No eres digna de tener amor”

Aquel llanto doloroso se convirtió en uno sonoro que rápidamente logro despertar a Anthony. Caminando rápidamente hacia Rhaena, la vio acurrucada en posición fetal mientras lloraba fuertemente y suplicaba amor a su madre. Sorprendido de ello, y sin saber que poder hacer, la tomo entre sus brazos para intentar consolarla. Rhaena comenzó a patalear, aun sumergida en aquella pesadilla que casa madrugada la asaltaba aun en medio de sueños mas hermosos.

—Por favor mamá, por favor no me abandones — dijo antes de abrir los ojos, y encontrarse con los ojos asustados y sorprendidos de Anthony Crawford quien la estaba abrazando.

—¿Te encuentras bien? Dime Rhaena, ¿Qué era todo eso que estabas diciendo? — Anthony había escuchado mucho de aquello que su esposa estuvo diciendo entre sueños, y no pudo evitar preguntarse, ¿Qué le había ocurrido con su madre que la había traumatizado tanto?

Rhaena no pudo soportarlo más, siempre despertaba sola de aquella pesadilla, pero esa noche lo hizo en medio de los brazos de su esposo por contrato, que la miraba con preocupación.

—Yo…yo solo…

Incapaz de poder controlar las emociones que estaba sintiendo debido a aquella pesadilla, se Rhaena se echo a llorar y le conto a Anthony, palabra por palabra, todo lo que había sufrido con su cruel madre. El hombre, escucho a su esposa con atención, sin interrumpirla ni un momento, aun cuando mil preguntas le rondaban por la mente. Rhaena lloraba con tanto sentimiento y dolor, que, por un momento, el Crawford sintió un genuino rencor por aquella madre a la que aun no conocía, y que había tratado como un animal a la mujer que era su esposa, sin embargo, su sorpresa fue aun mayor, al escuchar el nombre y apellido de aquella niña a la que la madre de su esposa prefería sobre su propia hija.

Alexia D´Angelis…su forzada prometida, y aquella mujer a la que el despreciaba tanto, era la misma niña de aquel triste relato. Rhaena se había criado con la familia de la mujer a la que casi logran forzarlo a casarse.

Tomando a su esposa entre sus brazos, la consoló diciéndole que ella merecía amor como todo lo merecía, y quizás movido por la compasión que sintió hacia ella al mirarla llorosa y tan indefensa, se quedó con ella hasta que Rhaena logro conciliar el sueño, prometiéndole que, al menos por esa noche, no se separaría de su lado para que ella pudiese dormir tranquila.

Con Rhaena entre sus brazos, Anthony medito hasta quedarse dormido con ella, no hicieron nada, tan solo durmieron muy juntos. La respiración de su esposa paso de ser entrecortada a ser tranquila, estaba ya durmiendo profundamente. Antes de sucumbir ante el sueño, el hombre pensó en el doloroso pasado de su esposa, en aquella inesperada coincidencia que de ninguna manera podía haber esperado, y en el hecho que despreciaba aún más a Alexia D´Angelis, así como a la madre de aquella que dormía entre sus brazos. El mundo parecía ser un lugar demasiado pequeño, y aquella coincidencia, estaba seguro, complicaría las cosas. Aun así, no pensaba dar marcha atrás a aquel contrato que había firmado con Rhaena, de hecho, aquello era de cierta manera lo mejor, se preguntó, ¿Qué diría su ex prometida cuando viera que la cambio por aquella a la que maltrato tanto? Eran muchas las dudas que su mente estaba intentando dar respuesta, pero solo una cosa era segura, no dejaría de ser el esposo de Rhaena Ashton, por el contrario, se mantendría con ella como lo había estipulado el contrato.

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