- ¡Volvió! ¡Lo tenemos de regreso! Su pulso es débil, debemos administrar oxígeno.
-Daniela, tranquila – escucho la voz de un hombre -. Te lo trajimos de regreso, ya podrás desquitarte como dijiste lo harías.
¡Ella está aquí! Trato de moverme, pero mi cuerpo pesa demasiado para hacerlo. Escucho más indicaciones y los pitidos de una máquina, supongo la que me mantiene con vida.
De pronto, siento unas gotas de líquido en mis mejillas, un sollozo y que unas manos frías toman las mías.
-Eres un tonto… tratar de morirte un día antes de ir a abrazarte a la salida de la cárcel, iba a ser mi día libre, esperaba llevarte a almorzar, a camin