— ¡Qué lindo! Esto es mejor que mi novela... —chilló Oyuki con emoción, la loba de mi hermana y hermana de mi lobo—. Si este idiota te hace algo, me dices y le corto los huevos. —dijo de forma seria, señalándome a mí mientras le daba una mirada fulminante a ella. Mi pequeña sonrió con una risa tímida, pero yo le gruñí en tono de reproche. Ella, sin pensarlo, me sacó la lengua como una niña pequeña.
— Qué madura, Oyuki —me quejé, rodando los ojos. Miré a mis padres y le señalé con una sonrisa—. Ellos son mis padres.
— Hola, señor —dijo fría y con una mirada despectiva, mi pequeña saludó a mi padre. Luego se giró hacia mi madre—. Hola, señora. —le sonrió con cierta pena y entusiasmo. No pude evitar reír un poco ante la situación. Mi mamá y mi hermana también soltaron una risa al ver cómo Ai, quien había recuperado el control total de su cuerpo, se comportaba de manera tan reservada.
— Un gusto, soy Estrella, y él es mi esposo... —se presentó mi mamá con una sonrisa cálida, pero cuando