22. No puedes cometer el mismo error que yo

He revisado mi bandeja de entrada durante dos semanas y aún no llega nada.

Bajo las escaleras lentamente con la tristeza reflejada en los ojos.

Mamá está en la cocina. Un aroma diferente abre mis fosas nasales y despierta mis sentidos.

- Confites de naranja - dice mamá con una sonrisa.

- Confites de naranja? - repito tratando de recordar de qué se trata.

- Acércate, a veces el destino necesita del instinto y la voluntad para cumplirse. - no digo nada pero sé exactamente a qué se refiere. Me acerco a ella y me abraza. Como siempre, su calidez llena mi corazón de paz.

Nos sentamos juntas por unos segundos pero después se levanta para servirme un suculento plato de la comida que preparó.

El primer bocado llena mi boca de un sabor amargo que no llega a ser desagradable. La fuerza de la cáscara de naranja sobresale sobre los demás sabores.

Necesito un segundo bocado para comprender que la dulzura del platillo viene después.

Finalmente un tercer bocado me transporta a un día específi
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