Alejandro continuaba sosteniendo la mano de Luciana mientras ella descansaba, el eco de las palabras del doctor aún resonando en su mente. Ocho semanas... Habían comenzado este nuevo capítulo de sus vidas con una emoción indescriptible. La idea de ser padres lo llenaba de una mezcla de alegría y responsabilidad. Quería asegurarse de que todo fuera perfecto para Luciana y para el pequeño ser que crecía en su vientre.
Mientras Luciana cerraba los ojos por un momento, aún agotada, Alejandro la observaba con ternura. Verla tan radiante, incluso en medio de las dificultades del embarazo, lo hacía sentir más enamorado que nunca. Todo lo que había hecho, cada sacrificio y cada plan, era por ellos, por la familia que estaban construyendo juntos.
El sonido de la puerta abriéndose suavemente los interrumpió. Una enfermera entró para revisar a Luciana por última vez antes de que se marcharan.
—Todo listo para que puedan irse —dijo con una sonrisa amable—. Sólo asegúrate de seguir las indicacione