76. Ahora.
Los hombres de Ortega intentan reaccionar, pero están rodeados. Luis da la señal, y en un instante, las balas comienzan a volar.
El cabaret se convierte en un campo de batalla. Las mesas vuelan, las sillas se rompen, y los gritos llenan el aire. Tinna se aparta justo a tiempo, desapareciendo entre las sombras mientras los hombres de Vicente eliminan a los de Ortega uno por uno.
Ortega, desesperado, intenta retroceder, pero Vicente se acerca a él con una calma aterradora.
—Te dije que esta noche sería tu última —dice Vicente, justo antes de disparar.
Y en ese momento, todo termina.
El cuerpo de Ortega cae al suelo, inerte. El cabaret está en ruinas, pero hemos ganado. Vicente ha ganado.
Mientras el silencio regresa lentamente, y los hombres de Vicente comienzan a limpiar el desastre, me acerco a él. Está de pie sobre el cuerpo de Ortega, con una expresión que mezcla satisfacción y vacío.
—Es solo el comienzo —le digo suavemente, y él asiente.
Pero ambos sabemos que, aunque Ortega está