Dafe se quedó de pie en el pasillo durante mucho tiempo después de que terminara la llamada. Sus ojos miraban fijamente la pantalla oscura del teléfono, pero su corazón estaba lleno de luz. Las últimas palabras de Jemmy, breves pero tiernas, aún resonaban en su cabeza. "Cuida bien a tu esposa, Dafe".

Esas palabras no eran solo un permiso, sino una señal de que el corazón de su madre comenzaba a ablandarse. Y para Dafe, eso significaba más que nada.

El hombre bajó la mirada, sonriendo levemente. Todo el cansancio, el miedo y la preocupación parecían derretirse en uno solo: felicidad. Durante todo este tiempo, Dafe había sentido que tenía que luchar solo, equilibrando el amor y la bendición, entre la pérdida y la esperanza. Pero ahora, todo comenzaba a encontrar su camino.

Lentamente, el hombre regresó a la habitación de Angie. La mujer aún yacía en la cama, con el rostro sereno. Sus mejillas, que antes estaban húmedas por las lágrimas, ahora parecían suaves bajo la luz de la tarde que