Amor por gramos, pasión por kilos
Amor por gramos, pasión por kilos
Por: SophiaH
Capitulo 1: Filet de Mignon

— ¿Una mesa para dos? — preguntó la anfitriona del restaurant, mientras regalaba una sonrisa a Sebastián y Amanda.

—Si es tan amable, por favor — respondió Sebastián y le regresó una sonrisa  cariñosa.

La anfitriona, los dejó en servicio de una mesera, que con gran amabilidad guiaba a la pareja entre las mesas del restaurante hacia la mesa indicada para ellos; Sebastián y Amanda, caminaban despacio y agarrados de la mano observando el agradable ambiente del restaurante que habían elegido entre ambos; en el transcurso, tanto como Amanda como Sebastián eran observados por muchas de los comensales que allí estaban; Sebastián, apretó un poco la mano de Amanda, que lo miró, se acercó a él y se recostó un poco en su hombro.

« No puedo culparlos, la verdad, Amanda está hermosa hoy, bueno, como todos los días, pero hoy, hoy está radiante. »

Los pensamientos de Sebastián lo hicieron suspirar y sentir el abrazo que aunque fueran solo los brazos de ella, rodeando al de él, sentía tanto afecto de Amanda, que le hacía sentir sensaciones como si fuera el primer abrazo que sintió de su novia.

Amanda, que estaba entusiasmada por el 3er aniversario con su novio, vestía para la ocasión un vestido blanco que le quedaba ajustado a su delgado pero definido y atlético cuerpo, con una abertura que le dejaba al descubierto la espalda y un poco del muslo derecho, unos tacones de aguja que le hacían resaltar su silueta al caminar, y traía como accesorios unas argollas de plata, zarcillos y cadenas de perlas finas, que le daban un toque de finura y glamour, maquillada con lo básico, solo lo justo y necesario para darle brillo y color a su tez caucásica, su mirada penetrante, y sus cejas anchas, pero, con un labial rojo que le resaltaban sus labios gruesos y sensuales, que combinaban con el rojizo de sus cabellos rulos, que, en combinación con el exquisito aroma que desprendía de su piel el perfume caro que usaba, atraía miradas como el imán atrae al metal, tanto de hombres, como de mujeres, realmente se sentía hermosa, y eso, es lo que la hacía verse así de divina.

Al notar algunas miradas lascivas hacia ella, miradas a las que ya estaba acostumbrada a sus 23 años, no pudo evitar reírse pícaramente, pero ajusto sus brazos alrededor de los de su novio, Sebastián, pues ella, sabía y sentía que solo tenía ojos para él, y aunque ella sentía una gran confianza de su relación, siempre la afianzaba, cada vez que podía, recostada en el brazo de su hombre, y mientras caminaba hacia la mesa donde cenarían, levantó con sutileza su mirada hacia el rostro de Sebastián, y no pudo evitar sentir el deseo de besarlo, y poseerlo allí mismo, frente a todos los clientes del restaurante, pues Amanda, no solo era feroz en su organización y banda, si no también, en su relación.

Por su parte, Sebastián vestía un clásico smoking a la medida, negro, su color favorito, al igual que sus zapatos, y en esta ocasión en particular, vestía una camisa a la medida del mismo color, negro, sin corbatas, pues nunca las usaba, su cabello con corte militar como de costumbre y su barba siempre arreglada, con el cabello ni muy largo, ni muy corto, lo suficientemente poblada para contrastar con el tono blanco opaco de su piel, con su perfume de siempre, y llevaba consigo su reloj favorito, no solo por ser el más costoso, era su favorito, por como lo consiguió; Amanda, notó que se lo había colocado para esta fecha especial, y aunque el nunca le dijo como fue que pudo dar con el reloj, sabía que solo lo usaba para eventos o días especiales, y eso, la hacía sentir feliz.

Finalmente la mesera abrió y extendió sus manos indicándoles a la pareja sentarse, Sebastián, se adelantó hacia la silla que tomaría Amanda y separó la silla de la mesa, gesto que llamo la atención de la joven Amanda, pues en su memoria, solo recordaba que lo había hecho el día de su primera cita, el día de su primera cena, gesto, que la tomó por sorpresa, robándole una sonrisa e incitándola a comentarle a la mesera.

—Vaya, vaya, ¿Puede observar usted señorita? Los caballeros aún no se han acabado — decía en un tono un poco burlón.

La mesera, solo rio un poco; y Sebastián se sentaba en su puesto, para luego responder:

—Debería usted, querida dama, sentirse realmente afortunada de que este caballero — Sebastián movía sus manos desde arriba hacia abajo señalándose así mismo — de que este semental americano, todo un galán, todo un…

Sebastián fue interrumpido por Amanda.

—Hum, hum… — Amanda hizo ruido con su garganta — ¿Me toma la orden señorita? — y luego sonrió tratando de aguantar la carcajada que quería salir por su boca.

La mesera, no pudo evitar reírse, al igual que Sebastián; acto seguido, la mesera extendió a cada uno de ellos la carta del menú que ofrecía el restaurante, una carta bastante amplia y nutrida de platos internacionales, Amanda, daba un vistazo rápido sobre el menú y preguntó:

— ¿Qué te aparece comer hoy mi semental? — su voz había cambiado, era como una voz sensual, pero se notaba el tono de broma en la última palabra.

Sebastián la miró de reojo por arriba del menú, y luego de sonreír, buscaba en el apartado de carnes su plato favorito, hasta que logró visualizar que efectivamente, lo servían.

—Supongo, que hoy te sorprenderé con mi elección querida, hoy me siento distinto — Sebastián hablaba con sátira y sarcasmo.

Por lo general, la pareja no se hablaba de esa forma, solo estaban siendo muy formales y educados entre ellos pues les daba gracia.

— ¡Oh! Ya veo querido, pues… ¿Qué tal si me sorprendes con tu estupenda elección? — Amanda, que pretendía saber adivinar lo que tramaba su novio preguntó con sarcasmo.

Sebastián, la miró y pudo observar esa mirada sobre el, la mirada de su novia, de hace 3 años sobre el, y en ese momento supo, que estaba tan enamorado de ella, como desde el primer día, como desde la primera cita.

—Mesera, por favor me trae un…

—Filete de miñón — Ambos respondieron al unísono y luego rieron a carcajadas.

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