Mundo ficciónIniciar sesiónUm homem, uma mulher, uma criança, um assassino em série. A vida de Bianca mais uma vez ficou de ponta a cabeça. Se alguém a dissesse que iria estar casada e com uma filha em menos de um ano, com toda a certeza tal pessoa estaria em um surto de puro delírio. Mas como a vida não e um conto de fadas, ainda mais se tratando de igor e bianca, mais uma vez nosso casal será testado a ferro e fogo. Juntos os dois tem uma missão de conseguir viver em harmonia e criar uma linda garotinha. Com o passar dos meses, Bianca percebe que seu medo e rancor desaparecem dando lugar a um sentimento que outrora já fizera perder a cabeça. O amor. Mas como o amor persegue os apaixonados, o ódio e obsessão também.
Leer más«Y hoy te vuelvo a enamorar y aunque creerlo te cueste. Si fuiste mía una vez tú lo serás para siempre…» Diego Vargas.
*****
Carlos Duque recostado en el sillón de cuero de su oficina miraba el techo respirando agitado, su pecho subía y bajaba, abría y cerraba sus puños, sus profundos pozos negros que tenía como ojos permanecían ausentes. Se llevó las manos hacia su espesa y oscura cabellera intentando que los nefastos recuerdos no terminaran por nublarle la razón.
Rememoró entonces parte de su tormentoso pasado:
«—¿A dónde pensás que vas? —preguntó él, tomándola con fuerza del brazo, lo presionó por varios minutos. Elizabeth, se mordía los labios soportando el dolor, cuando él se dio cuenta de que le hacía daño, la soltó, en la piel de la joven quedaron las marcas de sus dedos—. Aún no he terminado de decirte todo lo que opino de vos —repuso. —¡Eres la más cruel y falsa de todas las mujeres! ¡Mírame! ¿Te reías de mi verdad? —La chica con el semblante lleno de tristeza, nada más negaba con la cabeza, no podía hablar, temblaba y lloraba sin cesar, sentía que sus fuerzas la abandonaban. —¡Deja de fingir! —gritó. —¡No vengas con lamentaciones! —exclamó, rechinando los dientes. —¡Ojalá te murieras! — pronunció sin saber lo que decía»
****
Desde lo alto de aquel edificio, en los grandes ventanales, la joven de ojos marrones y larga cabellera castaña, sosteniendo una humeante taza de café en sus manos, divisaba a lo lejos la ciudad.
Suspiró profundo inhalando el delicioso aroma de aquella bebida, que le recordaba tanto a él, entonces su memoria regresó al pasado a aquel nefasto día en el cual: Carlos Duque le deseó la muerte.
—¡Ojalá te murieras! —pronunció él sin saber lo que decía.
Ella abrió sus ojos con sorpresa, aquella última frase se clavó como un puñal en su corazón.
—¡No diga eso! Yo sé que me odia... pero no me desee la muerte —murmuró muy dolida.
—¡Mami! —exclamó el pequeño ingresando a la oficina sacando a la mujer de sus cavilaciones—.Mi papá me llevó por un helado, y luego me trajo a saludarte.
La joven inhaló profundo, limpió con el dorso de su mano sus lágrimas, entonces esbozó en sus labios una amplia sonrisa, se inclinó para saludar a su hijo.
—Me da gusto que hayas venido a verme —expresó y sus ojos se clavaron en los del infante, en aquella mirada que tanto le recordaba a la de Carlos, abrazó al chiquillo con fuerza, rememorando que todo lo que hizo fue para salvar su vida.
*****
Carlos Duque regresó al presente gruñendo como una fiera herida, se puso de pie y caminaba de un lado a otro por su oficina.
«Volviste para vengarte de mí» se repetía en su mente, mientras el pecho le sangraba de dolor; por su cerebro trastornado una y mil ideas se le cruzaban.
El odio, el rencor, el resentimiento de nuevo afloraron en su corazón, gruesas lágrimas rodaban por sus mejillas, se sentía burlado, humillado, golpeó con sus puños, con fuerza el escritorio.
—¡Maldita sea! ¡Pase años llorando por vos! —exclamó dolido— mientras te reías y burlabas de mí, de mi dolor, de mi sufrimiento —gruñó.
Leía una y otra vez el expediente que le entregó su amigo, y hombre de confianza: Mondragón, a su mente se venía la imagen de ella, entonces carcajeó mofándose de él mismo.
—Pensaste que podías engañarme —vociferó apretando sus dientes con fuerza.
De inmediato algo muy importante se le vino a la memoria, tomó su móvil con las manos temblorosas.
—Carlos ¿En qué puedo servirte?
—Mondragón, necesito que averigües si la doctora Robledo posee familia, quiero saber si tiene un hijo y la edad del pequeño.
—Ella tiene un niño —afirmó Mondragón. El corazón de Carlos se aceleró con fuerza descomunal, aquel hombre sentía que estaba a punto de enloquecer—. Creí que como sos amigo de ella lo sabías —comentó Francisco.
—No, jamás me ha dicho nada —respondió Carlos, con la respiración entrecortada— ella nunca habla de ese pequeño... ¿Conoces la razón?
—Parece que a la doctora Robledo, le gusta tener su vida privada, oculta.
—Quiero saber qué edad tiene ese niño —indagó Carlos.
—No estoy seguro de eso, sé qué es pequeño, no lo conozco, y no consideré algo importante como para informarte, tal vez tiene cinco o seis años.
La mirada de Carlos se oscureció, bebió un sorbo de agua para calmarse, entonces le dio órdenes precisas a Mondragón, sobre algo que tenía en mente, y colgó la llamada.
—Si es lo que estoy pensando... Te juro que te vas a arrepentir Elizabeth Trujillo, te haré pagar con lágrimas de sangre todo mi sufrimiento —afirmó presionando sus puños sin poder razonar. En ese momento el dolor jugaba en contra del entendimiento—. Me vengaré de vos. —Cerró sus parpados—. Te cobraré con la misma moneda, volveré a enamorarte —sentenció, creyendo que sería fácil engañar a su corazón, sin imaginar que, en aquel juego, él podría terminar siendo la víctima, y aquellos muros que irguió dentro de su corazón desde que era un niño, terminarían derrumbándose de un momento a otro.
****
Queridos lectores si has llegado por casualidad a este libro te recomiendo leer antes: Si me ves llorar por ti, y Un café para el Duque, es importante para que puedan entender este libro.
Por otro lado, les pido no ser tímidos, dejar sus comentarios en las reseñas.
Prólogo.O sol iluminava o corpo lindo e suado do homem ao meu lado. Ele estava ofegante, e por mais que 100 anos se passassem eu ainda ficaria completamente hipnotizada com aquele sorriso bobo.Mordi os lábios.Sentia que o meu corpo precisava de mais, o meu apetite estava voraz, e para meu esposo não seria digno de ser chamado marido se não suprisse todas as minhas necessidades.- Quer mais? - ele riu como um menino de primário.Cobri o rosto. - Nós vamos nos atrasar.Os seus dedos acariciaram o meu corpo. - Sabe o que eu faria com você...- neguei. - Eu...-- MÃE! - a porta se abria, Igor levantou os lençóis até o nosso queixo. Zola fez a cara mais estranha do mundo. - Eca... O que estão fazendo?-Pisquei. - Zoo... fora!-- Mãe, a Susan pagou o meu lápis de olho de novo, manda ela devolver.Igor ria atrás de mim. Cerrei os olhos. - Susan devolve o lápis de olho da sua irmã! - gritei da cama. - quantas vezes eu disse mocinha que não pode mexer no que não é seu?-Dois olhos curiosos s
BiancaEra estanho, não gostava de hospitais. Talvez pelo cheiro, ou quem sabe pela comida sem sal. A grande verdade era que o barulho das máquinas eram o que mais assustavam, mas não era o barulho que de fato assustava, e sim a falta dele. Um quarto silencioso dentro de uma CTI só podia significar uma coisa, morte.Segurei as mãos frias do meu esposo inerte sobre a colcha quentinha que havia posto a dois dias atrás.Os médicos diziam que ele poderia acordar a qualquer momento, e que as mãos frias eram um sinal bom, e que enquanto as palmas estivessem vermelhas não haveriam problemas. Então eu continuava ali, com uma das mãos acariciando o seu braço e a outra apoiada no queixo. A essa altura tanto Camila como o seu pai já estariam a caminho, e digamos que a reação ao saber sobre mim não havia sido uma das mais normais. Só rezava para que tudo enfim se resolvesse.- Toc toc... - a porta se abria lentamente.Sorri ao ver um velho rosto. - Renan? O que faz aqui?- Ele abraçou-me, os seus
- Larga ela caio! - Anastácia mirava uma arma na nossa direção.Me vi de escudo para seu corpo. O cabo frio de uma faca em contato com o meu pescoço me trazia calafrios, estava enjoada, mas mais que isso... Temia por meu bebê. - Ah… Então a rainha dos indefesos deu as caras - ele ria ainda me pressionando contra a faca. - Sua rata traidora. - Ele sussurrou no meu ouvido. - Put* traidora, achou que eu não tinha outra opção?... Vagabund*.- Gemi entre lágrimas.Anastásia nos olhava com cuidado - caio já chega... Onde quer parar?! Porr*...Olha a sua volta! MAS QUE PORR*!-Meu corpo tremia de forma descontrolada. E a todo momento a minha única preocupação, não era meu Marido que sangrava atrás de Anastácia, não era arma fria que pressionava o meu pescoço, ou Zola que havia chorado no colo de barbara, não...Nada mais importava.Pus as mãos na barriga, bem acima do ventre, as minhas mãos tremiam. E no meio de tudo aquilo... Dos gritos, do gosto de sangue, do frio nas mãos e do fôlego quent
BiancaEstava quente, sentia isso porque o sol banhava a minha pele. Suspirei, o ar tinha cheiro de madressilvas. Eu nunca gostei delas, tem um nome estranho e lavandas tinham um cheiro muito melhor, e apesar de tudo estava relaxada, senti o meu corpo leve como uma pluma. Sorri sentindo o sol aquecer-me, e por mais que tentasse não conseguia abrir os olhos, ou talvez o meu corpo apenas se recusasse a isso.- Precisa levantar abelhinha. - Uma voz suave acariciava o meu ouvido. - Precisa levantar...-gemi me encolhendo - não, por favor madrinha... deixa-me dormir só mais um pouco. - As suas mãos macias acariciavam o meu rosto. - Você me deve essa... a sua risada era gostosa. - Eu devo?-Assenti, me acomodando mais aquela luz quente. - Deve, você me deixou...- a voz silenciou-se. Apenas mãos acariciavam o meu rosto, abri os olhos. - Eu sinto a sua falta. - a minha madrinha ainda olhava o horizonte, em silêncio. - Posso ficar? - ela apenas suspirou como se não conseguisse ouvir-me.- ain
BiancaDepois do café, sentei no escritório de Igor, precisava de uma pausa do mundo.Observava a minha barriga, não acreditava que estava grávida, quer dizer onde em toda a humanidade havia tanta loucura e beleza envolvido juntos? Uma vida se formando de outra vida, um ser totalmente inocente e indefeso, um pedacinho de duas pessoas que acabou formando outro. Suspirei acariciando a barriga. - Sabe, foi um longo caminho...- me afundei na cadeira macia. - Primeiro que eu não gostava do seu pai, segundo que... bem, nem sempre as coisas foram fáceis, mas eu aprendi a superar todas elas. - Fechei os olhos sorrindo - eu te amo muito mesmo.-Permaneci ali um bom tempo observando algumas pessoas caminhando pelo jardim, Barbara organizava tudo meticulosamente e após o almoço começamos a preparar alguns doces para o dia seguinte, e mesmo o dia passando extremamente devagar, sentia um arrepio na minha coluna, pressentia algo, mas forçava-me a crer que pudesse ser meu nervosismo com a descobert
Bianca - Acha que esse vestido vai ficar bom em mim? - ergui os olhos outra vez. bah se olhava frente ao espelho, já devia ser o quinto ou sexto vestido que ela experimentava. A noite estava fria lá fora, então Igor e Chuck haviam decidido fazer uma fogueira próximo à casa, nos iríamos assar alguns marshmallows, Zola estava animada com ideia, mas apenas por enquanto ela descansava no meu colo na cama. Fazia carinho nos seus cabelos, e ela observava barbara trocar de roupa. - Às vezes pergunto-me quem vai casar...- Ela cerrou os olhos. - Você é irritante sabia? Zoo não escuta a sua mãe, ela não sabe como uma garota tem que demorar a se aprontar.- Revirei os olhos. - Esse está ótimo bah. - Ela se preparava para um protesto quando o fixo da casa tocava. Estiquei a mão pondo no ouvido - alô? - - Olá, eu sou Julia do centro médico, os exames da senhora B





Último capítulo