Capitulo 2

            ¿Saben que es el almizcle? Es uno de los olores más codiciados en la perfumería. Antes se obtenía de las glándulas del ciervo almizclero, hoy en día se hace de manera sintética para evitar la matanza de miles de ciervos al año. El almizcle tiene un olor neutro, ligero y limpio. Según su origen tiene varios matices y uno de esos es la: “Habanolida”, entonces el olor se torna bastante amaderado, como cuando entras en el taller de un carpintero. O cuando entras a donde guardan los barriles en las destilerías de vino. No sabía que se volvería uno de mis olores favoritos hasta que lo conocí.

            Un día de octubre estaba saliendo de la universidad y me dirigía a una cafetería dos calles más abajo, necesitaba un café luego de una prueba de contaduría que casi me dejaba ciega. En esa cafetería mientras hacia la fila algo no dejaba de hacerme sentir intranquila, tal vez era la sensación de estrés por la prueba, las risas estruendosas de dos chicas que estaban allí o la melodía de una guitarra acústica que se me hacía familiar. Cuando busco de donde viene el sonido, ahí estaba, Thomas. Se encontraba dónde estaba el escenario practicando alguna canción mientras tarareaba. Al parecer sus compañeros de banda también estaban preparando sus instrumentos porque estaba cada quien en lo suyo.

            Cada vez que veía al imbécil de Thomas una sola cosa pasaba por mi mente antes que todo lo demás: Es complicado. Thomas es de mi pasado, se podría decir que mi primer amor. Nos enamoramos cuando teníamos dieciséis, pero eso no duró, o al menos para él no duró. Me sentía tan cerca de él, pero cuando menos me di cuenta él me alejó totalmente, Thomas solamente prefirió volver con su ex novia y yo no iba a competir con ella, mucho menos si él ya no me quería cerca. Y por todos los cielos, han pasado exactamente tres años desde que nos mandamos al carajo mutuamente, pero cada vez que lo veo tengo esta misma estúpida sensación: manos temblorosas, cuello caliente y sigo molesta y con ganas de llorar como si el fiasco de nuestra situación acabara de pasar.

            Y ahí estaba yo, en esa estúpida fila rogándole al universo que él no me viera. Pero como que no rogué lo suficiente porque cuando ya iba a ser mi turno escucho como desde la distancia alguien dice: ¿Alissa?- Volteo esperando que no sea Thomas, pero claro que si era él. Estaba parado en el escenario con su guitarra en la mano y con una cara de incredulidad y felicidad. ¿Está feliz de verme después de nuestra última pelea? Yo no estaría feliz de ver a alguien que me dijo textualmente: -Todo lo que quiero es alguien que me quiera solamente a mí ¿Mis expectativas son muy altas o es que tú en serio estas vacío y muerto por dentro?

            Pero Thomas igual se bajó de la Tarima, dejó su guitarra recostada del taburete donde se estaba sentando, y dirigió su paso hacia mí. Venía con esa sonrisa fácil que me dan ganas de golpearlo por creído, esa sonrisa que le hace creer que obtendrá todo de las personas, esa sonrisa que me hizo arrodillarme ante él cuando yo era más inocente y más torpe, si saben a lo que me refiero. La sonrisa de Thomas, sus palabras cálidas hacia mí, sus abrazos y que me hiciera creer que nadie lo conocía mejor que yo fue lo que me hizo caer. Mientras venía con paso firme y seguro lo observe de arriba abajo, estaba usando una t-shirt negra con el logo del álbum de Artic Monkeys “AM”, jeans negros pegados y rotos en las rodillas, vans y su confiable chaqueta de mezclilla color ceniza la cual estaba arremangada hasta los codos. Ahora tenía ambos brazos llenos de tatuajes, algunos minimalistas y otros no tanto. Pude notar que se hizo el tatuaje que me decía que siempre quiso hacerse, unos rayos negros que iban desde su codo hasta toda su mano. También tenía sus típicos aretes de cruces negras y para completar su look el cabello color negro azabache lo llevaba largo, hasta el cuello.

            “¿Ok está mi ex casi algo todo vestido de negro, lleno de tatuajes y el cabello largo frente a mí? Tierra trágame y escúpeme en Hawái” Fue lo que pensé. Tener tres días sin comer, el casting de Giovanna Gloss soplándome la nuca, en pruebas finales y a Thomas Walker en frente de mí no era buena combinación.

            -¿Alissa?-Me dijo cuando ya estaba frente a mí. El muy idiota estaba tan cerca que pude oler su perfume, usa el mismo de siempre: Bad Boy de Carolina Herrera. Cabe destacar que se lo regale cuando cumplió dieciséis, tal vez le gustó y lo siguió comprando. 

            -Hola, Thomas.-Le dije intentando hacer el menor contacto visual. Sus pestañas largas nunca me han dejado pensar bien.

            -Dios. ¿Qué haces aquí?-Dijo y se echó con una mano su cabello atrás.

            -Estamos en una cafetería, dímelo tú.-Le di una sonrisa tan falsa como las veces que me dijo que se quería casar conmigo.

            El empezó a reír.-Tu sarcasmo sigue intacto ¿no?- Yo le asentí y él se quedó como tres segundos viéndome fijamente a los ojos mientras sonreía- Por dios. Saltémonos esta incomodidad y no me hables como si no me conocieras.

            Entonces se agacho un poco para abrazarme de la cintura y me cargo durante un instante en medio del abrazo. Me bajo y mi cara todavía era la de cuando te dan una sorpresa que no te gusta, ríes por cortesía pero se nota tu incomodidad.

            -Que cariñoso te has vuelto.-Le dije cuando se acabó el abrazo.

            -Realmente no, solamente estoy muy feliz de verte, Lisa.

            Y allí está. Usando el mismo apodo que me decía tres años atrás como si el tiempo no hubiese pasado y como si ese apodo solo fuese eso. Como si el no fuese el único que me ha dicho así en toda mi vida y como si no se me hubiese olvidado como suena viniendo de él.

            -¡Siguiente!-Llamó la cajera algo impaciente. Ya era mi turno pero me olvide por completo donde estaba parada, evidentemente.

            Me pare al frente de la cajera y leí el menú.-Un espresso doble, por favor.-Pedí

            -Antes lo tomabas mocca, mientras más dulce mejor.-Señaló Thomas. ¿Cómo es que recuerda eso?

            -¿Tú vas a querer algo? Yo invito.

            -Eso sí que no.-Se apoyó sobre el mostrador y dijo-.Catia, Por favor un mocca con doble chocolate para mí y el expresso de la señorita lo sumas a mi cuenta.-Le ordenó a la chica y esta le hizo solamente la seña del pulgar arriba mientras le daba nuestra orden al barista.-Tengo tiempo, ¿Te gustaría tomar tu café conmigo?

            Yo soy muy graciosa, porque nuestra relación siempre ha sido tipo:

            Yo: -¿Sabías que estoy mejor sin ti? Porque siempre desperdicie mi tiempo esperando a que vengas por mí. Te di demasiadas oportunidades y nunca las valoraste, nunca me valoraste.

            Thomas: Ven a mi casa.

            Yo: ¿A qué hora?

Nunca se me ha dado bien decirle que no, específicamente a él. Por eso es que hace tres años lo tuve que bloquear en W******p. Pero esa anécdota es para otro momento.

            Entonces solamente asentí. Y el solo sonreía de oreja a oreja. Nos entregaron nuestros cafés y él me dirigió a una mesa junto a la ventana y casi al fondo.

            -Aquí no hay tanto bullicio, recuerdo que odias los ruidos fuertes y las aglomeraciones de personas.

            -Así es.-Asiento y le doy un sorbo a mi café, luego empiezo a recoger mi cabello, estaba tan largo que tome la manía de recogerlo cada vez que bebía o comía algo porque me estorbaba.

            -Lo tienes muy largo y no te lo has pintado como alguna vez me dijiste que querías hacerlo.-Señaló él mientras mezclaba su café con el azúcar.

            -Bueno, resulta que en la agencia no me dejan cortarlo. Debo tenerlo lo más natural y manejable posible para que los diseñadores y estilistas puedan jugar mejor con él. Y no me lo he pintado porque: a) sabes que mis padres no lo aprueban y b) hay pocas modelos pelirrojas en mi agencia. Me hace destacar un poquito más, o eso creo.

-Cierto que ahora eres modelo. Sabes que te sigo en I*******m, y bueno tus fotos son asombrosas. Y también vi ese reel tuyo modelando en un desfile, si me lo permites, te ves súper poderosa.

            Admito que si me hizo sentir bien que aún está al tanto de lo que hago, y que sobre todo vea que estoy haciendo cosas que me hacen feliz.

-Que amable eres, gracias. Yo también te he visto en I*******m cantando y tocando con tu banda. Sus covers son brutales. Te has vuelto muy bueno con esa guitarra.

            -Si, después de todo tenías razón.-Dijo aquello y me puso un mechón rebelde atrás de mi oreja. Creo que en ese segundo no respiré.

            -¿En qué?

            -En que podría dedicarme a esto, siempre creíste en mí.

            -Aún sigue siendo así, después de todo.

            Y genuinamente es así. Ya no le guardo ningún tipo de rencor a Thomas, me costó perdonarlo pero así fue. Quiero creer que nada en esta vida es personal y la gente actúa como puede con las herramientas que tiene. Y simplemente para él lo que hizo no fue la gran cosa, muchas veces no sabemos cuánto hemos lastimado a alguien. Y no me quiero enfrascar en un mal sentimiento cuando él siguió con su vida. Yo no me quería quedar en el mismo lugar donde el me dejó hace tres años. Tenía muchas otras cosas en que enfocarme a parte de eso. Porque el tiempo realmente no es el que cura, si no lo que haces con él.

            -¿Y para ti como fue ese “todo”, Lisa?-Me pregunta mientras me ve con ojos apacibles, como si fuese un perro de apoyo intentando consolar mi nostalgia.

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