Conexiones Incomprensibles
Aún recordaba su gesto de aquel día en el supermercado.
No fue un saludo, no fue nada… y sin embargo, algo en ella seguía repitiendo ese instante como si ocultara una clave.
Quizás por eso no le sorprendió tanto verlo hoy.
Aunque sí le dolió igual.
Pensó que ya lo había dejado atrás.
Que no quedaba más que seguir caminando.
Pero los caminos, como la vida, a veces insisten en cruzarse de nuevo.
El cuerpo de Keila aún conservaba rastros de la gripe que la había tenido en cama la semana anterior: un leve ardor en la garganta, una sensación de debilidad en las piernas, y ese cansancio que parecía esconderse detrás de cada movimiento.
La fiebre se había ido, y con ella, esa sensación de estar desconectada del mundo.
Ahora, su cansancio era más sutil. Más emocional que físico.
Era una mañana nublada cuando Keila salió con Iván en brazos hacia la verdulería. El pequeño bebé de Sol se había convertido en su compañero habitual, y su presencia le traía una extraña