Palabras Inquietas
Todavía sentía el eco del túnel.
El polvo en el aire, la luz filtrada por los plásticos, esa maldita sonrisa imposible de David.
Había durado apenas unos segundos, pero la dejó temblando por dentro.
Intentó convencerse de que ya no pensaba en lo ocurrido.
Pero lo hacía.
Todo el tiempo.
Por la tarde, después del inesperado encuentro de la mañana, Keila volvió al supermercado como de costumbre, esta vez para comprar algunos productos para su abuelo.
Quería que fuera un trámite más.
Nada especial.
Solo tachar ítems de una lista.
Pero la imagen de David, de pie en aquel pasillo angosto, seguía repitiéndose en su cabeza como un eco molesto.
La expresión de su rostro no la soltaba.
Esa mezcla de calma, ironía... y algo que no podía nombrar.
Había sido la misma expresión de otras veces.
La misma que solía desarmarla cuando aún significaban algo el uno para el otro.
Pero ahora, después de meses de distancia, ¿qué pretendía?
¿Por qué mirarla así, como si todo estuviera i