Después de conocer a Thomas, mi corazón todavía latía aceleradamente. Estaba sumergiéndome más y más en la trama que yo mismo había creado, y la línea entre la realidad y la actuación se volvió cada vez más borrosa. Pero sabía que era la única manera de proteger a Alexander y descubrir la verdad detrás de los oscuros secretos que lo rodeaban.
Habían pasado días desde nuestro encuentro y Thomas continuó sondeándome, poniendo a prueba mi resolución. En el fondo, sabía que él no confiaba plenamente en mí, pero estaba dispuesta a arriesgarlo todo para conseguir la información que necesitaba.
Una tarde, mientras estaba terminando mi turno en la cafetería, Thomas se coló y se sentó en una mesa discreta en un rincón. Al notar su presencia, mi corazón comenzó a latir más rápido. Sabía que este era el momento crucial en el que él podría hacerme una propuesta que podría cambiarlo todo.
Decidiendo seguir mi plan, me acerqué a la mesa donde él estaba sentado. Thomas me miró con una sonrisa enigmá