La calma era tan intensa que parecía que Juliana podría haberse equivocado. Sin embargo, al despertar de esa ilusión, los sonidos naturales seguían presentes en sus oídos.
Juliana se humedeció los labios agrietados y su voz ronca se dejó oír lentamente.
— ¿Señor, usó tanto esfuerzo para traerme a e