Al escuchar su tono frío, Juliana se puso aún más enojada.
Levantó los ojos y miró a Santiago con fiereza: —¡Sí, simplemente no quiero verte! ¿Pues puedes quitarte de mi vista ahora?
Las palabras eran muy agresivas.
A Santiago nunca le había gritado una mujer así.
Era cierto que no había mucho, esta