De regreso al diario, Perkins quiso hacerse el gracioso. -Seguramente el asesino pensaba vender los trozos del sicario en la carnicería ja ja ja-, reía a gritos con el piloto de nuestra unidad móvil, sin embargo yo estaba pensativa por lo que había dicho Trevor, de que habían evidencias que el cuerpo del sinario había sido trasladado en un gran bolsa plástica. De esa forma, el asesino evitaba dejar chorros de sangre cuando cargaba con él y lo depositaba, por ejemplo, en la cajuela de un auto.
-¡¡¡Rayos!!!-., exclamé entonces, golpeando mi asiento ¡¡¡Waldo había comprado bolsas grandes en la ferretería!!! Por eso no habían evidencias de sangre en su auto. ¡¡¡Eran demasiadas coincidencias!!!
Perkins y el piloto se sorprendieron con mi repentina exclamación. -¿Te olvidaste de algo, Jenny?-, me preguntaron sorprendidos pero yo seguía entre pasmada y turbada a la vez. -No, sino que me acordé de algo, je-, dije enigmática.
Nuevamente las dudas del hombre lobo que asolaba la