Me desperté al sonido de la lluvia golpeando suavemente contra la ventana. Me moví un poco y noté que todavía estaba oscuro afuera. Sentí el cálido abrazo de David a mi alrededor y, entre dormido, él susurró:
- Amor, aún es temprano. Quiero quedarme así y que durmamos un poco más.
Sonreí medio adormilada y le respondí:
- Está bien, amor, pero hoy sí tenemos que ir a trabajar. No podemos dejar todo abandonado para disfrutar de lo nuestro.
- ¿Y por qué no? Tú eres dueña del bufete y yo estoy de licencia en el mío. Además, creo que mi jefa sí me dejaría faltar.
Reí y le di un corto beso.
- Tenemos que descubrir quién está detrás de la muerte de mi padre y también lo que está planeando mi primo.
- Sí, amor -respondió él, jalándome más hacia él y besándome la frente.
Nos volvimos a quedar dormidos, disfrutando de la tranquilidad y la cercanía.
Después de unas horas, nos encontramos desayunando, cada uno con su iPad en mano, revisando las tareas pendientes del día. La luz matutina se filtra