03 - ╬ Querer ╬

╬ Querer ╬

Margret

¡No. Puede. Ser!

Mi corazón latía muy rápido y mis manos sudaban sobremanera.

¿Estaba teniendo uno de mis sueños con Nicklass, o realmente estaba sucediendo?

—¿Entonces? —Insistió después de un rato—. ¿Qué dirás?

—Bue... bueno —aclaré mi mente—. ¿Por qué me invitas a salir?

Por alguna razón, fue lo primero que se me vino a la mente, ¿por qué?

—Me pareces una mujer muy interesante. —Fue su respuesta.

Fruncí el ceño y lo mire, está vez, a los ojos. Por un momento sentí como el gris de sus ojos iba tornándose más y más oscuro, pero decidí no prestar mucha atención.

—¿Interesante? —Estaba un poco ofendida—. ¡Ni siquiera me conoces, Nicklass!

—Y es la idea de la cena, Margret —dijo, sin un ápice de remordimiento.

—Te lo diré ahora mismo —aproveche el poco valor que había aparecido en mí y dije todo lo que pensaba—. Si eres unos de esos de la escuela de ciencias que cree que puede jugar con las nerds de literatura, estás equivocado, no voy a caer en tus mentiras y engaños baratos...

Una sonrisa se abrió paso en su cara, haciendo que se le marcarán unos hoyuelos diminutos en las mejillas. ¡Mierda!

No me caí, yo me lancé de boca.

—Sé que quizás pensarás que estoy mintiendo, pero yo no soy así —volteé los ojos, volviendo a mi mal humor de hace un instante.

—Yi ni sii isi —me burle de él descaradamente.

Pero, eso solo duro un minuto, puesto que cuando me fijé en su mirada, me congelé.

No sé cuántas veces iba a decirlo, pero realmente la mirada de Nicklass Rhett, tenía un efecto en mí.

—Paso por ti a las ocho después de tu turno —sentenció. Observé como se ponía de pie, dejándome sin palabras y hecha un lío. Antes de alejarse mucho, se detuvo y me observó—. Por cierto, estás realmente sexy en esos pantalones con estampado de pandas.

♡♡♡

—¡¿Qué tienes una cita?! —Dijeron Daisy y Henry al mismo tiempo.

—¿Por qué les sorprende tanto?

—¿Quién tiene una cita? —Sentí que se me encogía el estómago cuando la voz de Cristóbal se hizo presente.

—No es tu problema, Parker. —Henry tampoco lo soportaba, por lo que la mirada que le lanzó lo dejó sin palabras.

—Relájate, Smith, no estoy haciendo nada. —Dijo, retrocediendo un paso. Henry era tres veces más musculoso que Cristóbal y eso él no lo dejaba pasar, nunca—. Sólo venía a recordarles que mi padre necesita el departamento.

Sentí como todo el color abandonaba mi cuerpo. Había olvidado ese detalle, lo había olvidado por completo. Volteé a ver a mis amigos, sintiendo miedo de su expresión, pero llevándome una sorpresa al verlos con expresiones relajadas.

Daisy le sonrió s Cristóbal y este frunció el ceño sin entender su gesto.

—¿Qué te pone tan feliz? ¿Qué te quedarás sin casa? —Pregunto él, extrañado.

—No pierdas el tiempo, Cristóbal. —Le hizo un gesto para que continuará con su camino. Ahora quién tenía el ceño fruncido era yo, no entendía nada de lo que sucedía—. Hablé con el señor Parker y dijo que eso no era cierto.

El alivio me invadió al oír eso. Un peso menos en mis hombros. Sin embargo, Cristóbal estaba pálido, no se movió por un rato, pero después de no encontrar que decir se giró y siguió su camino.

—¿Ya sabían? —Pregunte, dudosa.

—Dejaron una nota debajo de la puerta ayer y yo llamé al señor Parker inmediatamente. —Dijo Daisy, comiendo de su ensalada—. Te lo había dicho, Margret.

La verdad no lo recordaba, pero, no le di importancia.

Seguí comiendo y el recuerdo de mi charla con Nicklass volvió.

Después de la conversación con Nicklass, salí —literalmente— corriendo en busca de mis dos únicos amigos.

Por suerte, Henry había ido a la escuela de educación —el edificio donde estudiaba Daisy— y se había encontrado con mi mejor amiga.

—Es que... —Daisy se aclaró la garganta—. Volviendo al tema de tu cita, es solo que ese chico es raro y nunca lo habíamos visto, así que no pensamos que tendrías una cita con un desconocido, eso es no es propio de t...

—No es un desconocido —corto su parloteo—. Lo conozco desde el primer año.

Los ojos de Daisy se abren de par en par, mientras Henry se atraganta con el agua que estaba bebiendo.

—¡¿Qué?! —Gritan los dos al unísono.

—¡No entiendo por qué se sorprenden cuando hablo de chicos heterosexuales en mi vida! —La molestia no tardó en hacerse presente.

Los dos se observan, hablando con la mirada, pero los ignoré, poniéndome de pie y comenzando a caminar al estacionamiento.

Es medio día, y ya termine con mis clases por hoy, por lo que decido ir a casa a descansar dos horas antes de ir a mi turno en el local de comida donde trabajo.

Aunque estoy extremadamente cansada, —por alguna razón que desconozco—, camino muy rápido intentando poner distancia entre mis amigos y yo. El alivio que había dejado la noticia de saber que no me quedaré sin casa, fue borrado por la mala leche de mis amigos.

—¡Detente, Mar! —Grita Daisy.

—¡No seas infantil, Margret Johnson! —Esta vez quién grita es Henry.

—¡Váyanse al diablo los dos! —Me giró, caminando de espaldas—. ¡Claro, como me ven como una nerd que solo estudia, trabaja y lee libros eróticos siendo virgen… —La cara de Daisy se torna de un violento rojo, mientras Henry intenta contener la risa—,…no creen que pueda despertar el interés de un chico sexy!

La cara de Daisy se descompone de tal manera que siento como si estuviera desangrándose. Mientras que Henry se detiene y voltea intentando ocultar su risa.

Con más frustración que antes, me volteo, dispuesta a ignorarlos por el resto del día, pero, mi plan se ve frustrado cuando chocó contra un torso duro que sin saber por qué, sé a quién pertenece antes de siquiera ver su cara.

La vergüenza se arremolina en mi estómago, provocando náuseas.

Quiero hacerme la difícil, actuar indiferente frente a él. Pero no puedo, simplemente siento unas ganas de meter la cabeza en la tierra como un avestruz y olvidar el mundo exterior.

—Qué sorpresa —susurró Nicklass con una expresión de sorpresa en su rostro—. Hoy es el día para vernos, Margret.

—Ajá. —Digo, en un hilo de voz.

Él me observa y siento como todo mi cuerpo reacciona a su mirada.

Nunca ningún hombre me había visto de esa manera, y mucho menos el hombre que me gusta, y créeme, es más de lo que puedo soportar.

—No deberías estar divulgando tus pensamientos personales por ahí, Mar —me estremezco al escuchar el tono con el que dice mi nombre.

Automáticamente, mi mente vuelve a la realidad y me hace recordar lo que acabo de decir. ¡Mierda!

—Eh... —Aclaro mi garganta, intentando alejarme de él—. ¡No puedes juzgarme por ser virgen a los 20!

Al instante que lo digo, me arrepiento.

La cara de Nicklass pasa de la indiferencia a la sorpresa. No, no, no, no.

—¡Vaya, vaya! —Dice entre divertido y sorprendido—. Yo me refería al hecho de que te parecía sexy, pero es bueno saber eso.

Volteo a ver a mis amigos que observan la escena desde lejos, pero no dicen nada. Intento suplicarles con la mirada que vengan a salvarme, pero, ellos simplemente no captan mis señales.

La voz de Nicklass hace que dé la vuelta, enfrentado al hermoso hombre frente a mí.

—Te veo a las ocho, Margret —se inclina un poco más al frente, quedando unos centímetros cerca de mi boca—. ¿O necesitas un aventón?

La manera en que lo dice me hace sentir un escalofrío en todo el cuerpo, haciéndome retroceder un paso.

—N-no, mi amiga me llevará —intento sonreír, pero creo que sale como una mueca—. Gra-gracias de igual forma.

Me observa un poco más y siento como si estuviera desnuda frente a él, tan expuesta que si no fuera consciente de que estoy vestida, llevaría mis manos a mis partes para cubrirlas de su mirada.

—Eres tan pura, Margret —se pone recto—. Más de lo que puedo soportar a veces.

Y sin decir más se voltea y se va.

♡♡♡

—¡Aun no puedo creer que me dejarán sola! —Digo por quinta vez—. ¡Les suplique que fueran a salvarme y ustedes solo se rieron!

—Venga ya, Mar —Henry se voltea en su asiento para verme—. Si te sientes tan intimidada cuando estás con él, ¿por qué no rechazaste su propuesta?

Le lance una mirada desde el puesto de atrás del auto de Daisy. Estamos de camino a casa, y Henry decidió que se saltaría el trabajo por hoy, porque quería ayudarme a elegir que usar en mi cita.

Realmente, no sé por qué quiero ir con él a esa cena. La verdad es que Nicklass me hace sentir rara. Es una mezcla de miedo con vergüenza y un poco de calentura —una mezcla muy rara—, que me hace desconfiar de mí estando con él.

—No lo sé —digo después de un rato—. Pero, quiero intentarlo. Es estúpido que siga siendo está tonta nerd que no se atreve a nada que no sea seguro. Quiero ser atrevida y tener una cita con alguien como Nicklass.

—Sí, lo entiendo —Henry tiene el ceño fruncido—. Solo te voy a pedir una cosa —asiento, dándole a entender que puede continuar—. ¡Deja de una puta vez de decirte nerd!

—Yo estaba por decir lo mismo, Mar —Daisy habla por primera vez—. No eres una nerd, es solo que tú coeficiente intelectual es más alto que el de los demás.

—Gracias, Daisy —la miro con cara de pocos amigos—. Eso es tan reconfortante.

Ella me ignora, mientras estaciona en la calle frente a nuestro piso.

Me bajo sin esperar a ninguno y camino directo a la entrada. Subo las escaleras trotando y saco las llaves en el camino. En cuanto estoy frente a la puerta, no espero mucho y abro, cerrando de un portazo.

Por alguna razón mis emociones están a flor de piel hoy. He pasado de estar triste y cansada a estar muy molesta y con ganas de asesinar a todo el que se me crucé por el medio.

—¡Margret! —Grita Daisy entrando a la casa—. ¡Ven aquí!

Murmuró una grosería entre dientes y sin ganas regreso a la pequeña sala-de-estar/cocina.

Ella y Henry están de pie con los brazos cruzados, esperándome.

Me quedo quieta observándolos desde una distancia prudente; la verdad es que Daisy y Henry son bellísimos —en todos los sentidos—. Daisy con su cabello rubio teñido, que la hace ver elegante y su estilo hippie-rockero la hace llamar más la atención. Por su parte, Henry tiene una belleza exótica tanto por su color de piel como por su energía. Es fornido y lo complementa con su ropa colorida y extravagante.

Ellos dos juntos intimidan. Intimidan juntos y separados, pero a mí no.

—¿Qué? —Digo bruscamente.

—A mí no me hablas así, Margret —me reprende Daisy—. Deja de actuar como una niña y por favor habla con nosotros de lo que te sucede con ese chico.

—No actuó como una niña, Daisy —suspiro, sentándome en el pequeño sofá a mi derecha—. Es solo que me da miedo que después que me conozca, yo no le guste.

—¿Quieres gustarle? —Pregunta Daisy.

¿Quiero gustarle?

Aunque no lo conozco del todo, él me gusta.

No sólo por su belleza externa, también por lo inteligente que es, y lo interesante que se mira. También me gusta el timbre de su voz cuando susurra cualquier cosa, o su mirada que te envuelve y hace que te pierdas en ella. Obviamente que me gusta su físico, es inevitable; él fue esculpido por los dioses —o eso creo yo—.

Después de pensarlo detenidamente, llegó a una conclusión: si quiero gustarle.

Quiero gustarle, porque estoy cansada de sentirme menos que las otras chicas.

Quiero gustarle, porque él me gusta.

Y quiero gustarle, porque sin importar que, quiero dejar de ser tan reprimida y dejar que los errores de otros afecten mi vida.

—Sí, deseo con todas mis fuerzas gustarle a Nicklass Rhett. —Digo, con voz firme.

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