Laura era una mujer de buen corazón, a pesar de su difícil situación económica, siempre mantenía una actitud positiva.
Clara veía en ella reflejada a la antigua versión de sí misma, radiante como un pequeño sol, feliz cada día, como si nada pudiera derribarla.
—Así como yo hago, solo levantas ligeramente las comisuras de los labios, y tu bebé en el vientre también se alegrará si te sientes bien.
Quizás su sonrisa era demasiado cálida, o tal vez mencionar al bebé tocó la fibra más tierna en el corazón de Clara, quien colocó su palma sobre su pequeño vientre y sus labios se curvaron inconscientemente.
En ese momento, la luz del sol se derramó sobre su rostro, y Clara, radiante de maternidad, se veía increíblemente hermosa.
—Te lo dije, eres hermosa cuando sonríes, señorita Suárez. Eres la persona más preciosa y refinada que he conocido. Si te adentraras en el mundo del entretenimiento, definitivamente te convertirías en una estrella de renombre.
Clara sacudió la cabeza impotente. Su anti