Capítulo 158
Esa temperatura abrasadora pareció extenderse desde la palma de su mano hasta cada centímetro de su cuerpo, y Clara sintió un miedo paralizante.

—Diego, todas las personas en esta isla son amables. Han cuidado de mí, incluso a Claudio no le han hecho daño. Claudio disfruta estando aquí. En cuanto al secuestro, fue un malentendido, puedo explicarlo...

Ella no luchó contra su mano, sino intentó explicar con una voz suplicante: —Regresaré contigo, ¿podrías dejarlos en paz, por favor?

Diego, con los dedos que sujetaban el cigarrillo rozando su cabeza, habló con frialdad: —Clari, ¿por qué siempre buscas enojarme? Siempre fuiste así, ¿cómo hemos llegado a esto?

Clara, soportando la humillación, forzó una sonrisa pálida en su rostro, mientras las lágrimas giraban en sus ojos.

—Está bien, no volveré a escapar. Nunca más.

—Eso es lo que dijiste, ¿pero qué pasa si vuelves a hacerlo?

Clara lo miró en silencio, sus ojos llenos de lágrimas, que la hacían parecer aún más lamentable.

Diego, con el ci
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